OPINIóN
Actualizado 04/04/2015
Eusebio Gómez

Hay una anécdota según la cual yendo la Madre Teresa a hacer las escrituras de una de las fundaciones, preguntó al escribano, después de hechas, cuánto eran sus honorarios. A lo que éste le contestó con desparpajo:

-Solamente un beso.

Y la santa se lo dio, natural y sonriente, al tiempo que exclamaba:

-Nunca una escritura me salió tan barata.

  Al pintor Fray Juan de la Miseria, quien la retrató le dijo: "Dios te perdone, Fray Juan, que ya que me pintaste podías haberme sacado menos fea y legañosa".

La vida de sacrificio y penitencia no la consideraba reñida con la alegría. Tanta importancia tenía para ella  la hora de la recreación como la de la oración.

Santa Teresa de Jesús  tenía muchas virtudes y,  entre ellas, destacaba la alegría y el buen humor. Por eso me ha parecido muy oportuno el hacer una pequeña reflexión sobre algunos de sus textos y destacar algunas notas de la alegría teresiana. María de la Encarnación nos dice que "era muy discreta, y alegre con gran santidad, y enemiga de santidades tristes y encapotadas, sino que fuesen los espíritus alegres en el Señor, y por esta causa reñía a sus monjas si andaban tristes, y les decía que mientras les durase la alegría les duraría el espíritu".

Teresa refiere que  todos los dolores los pasó con gran conformidad, con gran alegría; porque todo se le hacía "nonada" comparado con los dolores que había padecido al principio de su enfermedad" (V 6,2). Bien, para empezar y como quien no quiere la cosa, Teresa nos está insinuando que hay en la alegría un aspecto evaluativo-valorativo-comparativo, que nos distancia del simple movimiento del ánimo en que el diccionario sitúa la alegría. Ese "todo se me hacía nonada comparado con" que nos dice, nos sitúa en un plano cognitivo, de pensamiento, de autorreflexión y búsqueda de puntos de vista que nos ayuden a reinterpretar nuestro estado interior y que emparentan la alegría con la reflexión y la discriminación más fina y sensible de la experiencia vivida.

Dicho lo anterior, demos un paso más en la misma dirección. En V 13,1 la Santa recomienda: "Procúrese a los principios andar con alegría y libertad, que hay algunas personas que parece se les ha de ir la devoción si se descuidan un poco". A los principios, al medio y al fin, añadiríamos, porque siempre será necesaria la libertad de espíritu para no caer en la tentación de vivir repitiendo esquemas. La alegría teresiana se da en la libertad y se acompaña de sencillez. Carece de afectación y pose, es relajada, serena, sin presión, sin expectativas. Está libre de influencias negativas, es confiada y fluye transparente como las aguas de un manantial, si bien en F 14, 5 puntualiza que conlleva un "poquito de trabajo sabroso", pero que deja de ser difícil una vez que nos la proponemos como meta. La verdad de la alegría teresiana está quizás en que es producto de una elección y acción sostenida de la voluntad, algo que requiere autoconciencia.

El 28 de marzo celebrábamos el V Centenario del nacimiento de santa Teresa. En estos días celebramos la Resurrección de Jesús. Qué bueno que como fruto de esta resurrección y del V Centenario nos decidiéramos a andar con alegría. Creo que la necesitamos para andar por casa, por la calle y por el trabajo.

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