OPINIóN
Actualizado 02/04/2015

Confieso ser consumidor habitual de series cuya trama gira entorno a la política. La adicción comenzó con el Ala Oeste de la Casa Blanca, y continuó con Political Animals, Kings, Señora Presidenta, Scandal, Crematorio, Borgen y House of Cards. Tengo una espinita clavada con Yes, Minister, la serie que según todos los críticos es la primera y la mejor del género, pero cuyos capítulos no he podido encontrar por el momento.

De manera compulsiva he consumido House of Cards y Crematorio. Esta última es la aportación española al género y no defrauda. Como tantas otras series españolas, si el guión hubiera acabado en la HBO estaríamos hablando de una serie de fama internacional pero? El retrato que se hace en Crematorio sobre la corrupción en nuestro país es un relato tan desgarrador como real.

Todas estas series tratan de mostrar lo que algunos autores denominan el jardín de atrás de la política, lo que no se ve pero donde todo, o casi todo, se decide. Ya sea en el jardín de atrás o en el porche de entrada, lo que nunca me he encontrado es a personajes sin ningún escrúpulo como Frank Underwood, a equipos dedicados a que lo sucio parezca limpio como el de Olivia Pope, a líderes surgidos de alianzas tan variopintas como Birgitte Nyborg o a asesores con  tanto poder como Josh Lyman, mucho menos a personajes tan indeseables como Rubén Bertomeu.

Por el contrario conozco y trabajo con muchos, muchísimos hombres y mujeres con ganas de trabajar, de proponer y de colaborar en ideas y propuestas que acaben con esta época gris, oscura, como un decorado de Kings. Lo demás, política ficción. 

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