OPINIóN
Actualizado 01/04/2015
Mª del Carmen Prada Alonso

Hay algunas gentes que están alzando su voz en contra de la celebración de la Semana Santa, alegando que si España es un país laico no ha lugar a tales manifestaciones religiosas, y refuerzan su queja alegando que encima reciben subvenciones del Estado.

Yo no tengo ni idea de quién o quiénes subvencionan estas celebraciones, pero dejando a un lado los sentimientos puramente religiosos, pienso que aunque solo fuera por la gran y positiva repercusión económica que se deriva de estos eventos, y sin que se produzca ningún daño a persona, animal o cosa, se debiera de dar por bien empleadas dichas subvenciones. Hostelería, comercio, puestos de trabajo, suponen un gran movimiento económico que a todos debiera alegrar, sin tener en cuenta credo o religión.

Hoy día la Semana Santa es algo más que una manifestación religiosa o un sentimiento común de este país, independientemente de que los creyentes lo vivan con su espiritualidad. Para los no creyentes, no deja de ser un bello espectáculo, una apreciación del arte escultórico, del folclore, de belleza, de la música y canto, y sobre todo, del disfrute vacacional. Gracias a todo ésto, la Semana Santa se vive con la espectacularidad y alegría que en otros tiempos, no demasiado lejanos, hubiera sido imposible imaginar.

Cuando yo era niña, la Semana Santa era únicamente la expresión del dolor por la pasión y muerte de Cristo, y como tal se celebraba. En las iglesias se cubrían las imágenes con lienzos morados, se cerraban bares y discotecas, en la televisión solo se veían películas de carácter religioso y las ferias se desmontaban el sábado previo al Domingo de Ramos.

Al pasar de ser Estado confesional a laico, todo eso ha desaparecido y lo que queda para los no creyentes, es puro folclore, dejando en manifestación libre los sentimientos de los que sí son creyentes.

¿Qué hay de malo o perjudicial entonces? ¿Por qué quieren que desaparezca?

El movimiento turístico interior y exterior que genera, con los consiguientes ingresos, es una bomba de oxígeno a nuestra maltrecha economía, lo mismo que sucede con la Navidad y otras fiestas de carácter pagano, como carnaval, eventos deportivos, etc.

¿Qué diferencia hay para estas gentes que protestan?

Hablando con una de estas personas, alega que todo ésto es un lavado de cerebro perjudicial para el pueblo que hay que ir eliminando, producto todo ello de la ausencia de una educación e información de la que parece que carecemos casi todos.

Esa es la base, hay que educar al pueblo. (¿Cuántas veces tenemos que oír este insulto?)

En casos así, una servidora, que soy libre de ejercer con mi cerebro lavado, pienso que a mí también me puede parecer que los que no salen de lavativas cerebrales son ellos.

Espero que me disculpen que disienta de su docta opinión, sobre todo si tienen en cuenta que mi cerebro está brillante por el jabón de la democracia y reblandecido por el respeto a los sentimientos de los demás.

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