OPINIóN
Actualizado 31/03/2015
Redacción Comarca

El accidente aéreo del vuelo de Barcelona a Düsseldorf nos ha dejado conmovidos emocionalmente (por la muerte de los pasajeros) y confusos y sin argumentos por la causa del mismo.

A estas horas ya se ha confirmado la existencia en el copiloto de graves estados depresivos, tanto por las declaraciones recientes de su exnovia, como por sus antecedentes, ya que en su licencia de vuelo se le exigían exámenes psicológicos regulares.

Este terrible suceso da lugar a dos reflexiones que tienen unas consecuencias prácticas. Por una parte, la psiquiatría (lo saben todos los médicos) siempre ha sido la "hermana pobre" de toda la medicina: en presupuestos, en investigaciones, en cobertura asistencial. También la actual psicología clínica, en su relación con la salud mental, es esa "joven prima recién llegada al campo de la sanidad";  su aplicación social es ridícula, si observamos la gran amplitud de la morbilidad en psicopatología. Y un tercer factor añadido que determina la subvaloración y las dificultades de la psiquiatría y la psicología clínica es uno de los síntomas de las psicosis: la ausencia de conciencia de enfermedad en el enfermo; esta ausencia hace que las intervenciones  solo sean posibles cuando ya los síntomas o acciones han llegado a ser alarmantes para los familiares o personas que rodean al enfermo.

Por otra parte, la población supuestamente sana tiene una tendencia a negar no solo la locura, sino la existencia de gran parte de la psicopatología; por ejemplo la estadística real de suicidios en nuestro país está significativamente disminuida y silenciada para la población general.

Este negativo panorama de la salud mental (lo hemos visto por este terrible accidente)  no se da solamente en nuestro país. Incluso cuando ya se sabía que la causa del accidente había sido el estado mental del joven copiloto, los medios de comunicación repetían "datos médicos", "datos médicos"?como si les diera miedo pronunciar "trastorno mental". Y todavía el periódico LA RAZÓN el viernes pasado sacaba en su portada, a toda plana, un titular "¿POR QUÉ?", que parecía sugerir que este periódico no creía que un piloto aéreo pudiera sufrir un trastorno mental grave.  

Hay muchísimo que hacer en prevención y en asistencia de los trastornos mentales, no solo para evitar catástrofes colectivas, como la de la semana pasada, sino también para curar o aliviar  el dolor psíquico de estos enfermos, que en el continuo bienestar-sufrimiento son los más cercanos al polo del sufrimiento.

Comencemos haciendo exámenes psicofísicos de más calidad de los que se hacen, en aquellos puestos que conllevan una responsabilidad sobre terceros, que, en nuestra sociedad son numerosísimos.

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