OPINIóN
Actualizado 30/03/2015
Francisco Iglesias

No se trata de una oferta especial de unos grades almacenes, sino al reparto más habitual de las vacaciones de los hijos de padres divorciados

Cuando un padre y una madre no viven bajo el mismo techo  la organización  de los tiempos de cuidado de los hijos en común tiene que estar repartida, garantizando así el derecho que tienen los hijos a pasar tiempo con ambos, con independencia de si la relación entre la expareja es más o menos cordial. Esta fórmula de reparto de tiempos es lo que legalmente se conoce como Régimen de Visitas, que en mi opinión (y en la de muchos otros) no es un término muy acertado, pues tiene cierta connotación carcelaria, además lo de régimen suena a pasar hambre, y lo de visita a algo ajeno a la propia familia, y desde luego no es muy bueno que un padre o una madre sea una visita para un hijo.

Pues bien, ahora que ha empezado la primavera casi al tiempo han comenzado las vacaciones escolares de Semana Santa y en el caso de los hijos de padres separados es habitual dividirlas al 50%, pasando las mitades con uno y otro progenitor. Esto puede asustar mucho a quien no ha vivido una circunstancia de este tipo, y sobre todo a quien la vive por primera vez, pero en realidad no tiene por qué ser nada que perjudique a los niños o a sus padres, de hecho si se ha llegado a esta fórmula es porque en algún momento alguien pensó que era mejor así, separarse como solución a una situación conflictiva que no había podido ser resuelta en pareja.

Aunque en la mayoría de las familias que se encuentran en esta situación suelen existir unos mínimos que marcan como ha de ser la organización de las vacaciones, a veces esto supone alguna que otra discusión entre el padre y la madre, y en otras también entran los hijos, lo que suele ocurrir a medida que estos van creciendo y quieren que su opinión se tenga en cuenta.

Sin embargo esta situación y sus efectos no se diferencian mucho de los hijos de padres no separados que se marchan con los abuelos porque los padres trabajan o al pueblo con  sus tíos y sus primos, algo que se vive con menos culpa y mucha más normalidad. En ambos casos los padres y las madres echan de menos a sus hijos, y éstos (seguro que en menor medida) a sus padres y sus madres, pero, estará de acuerdo conmigo, en que vivir la situación con culpa o angustia no favorece en ningún caso ni a los padres ni a los hijos que por un motivo u otro van a separarse unos días.

Ante las situaciones en las que un padre y una madre se encuentran con dificultades para establecer la organización del cuidado de sus hijos, por si no lo sabía, la mediación es de gran utilidad. 

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