OPINIóN
Actualizado 30/03/2015
Jorge Moya

Para los que vivimos el fervor Católico,  esta semana que comienza será un tiempo de recogimiento, dolor y alegría.

La Semana Santa y la vida en general  son como las monedas, que presentan la cara y la cruz. La cara: el regocijo, la alegría, la esperanza y la cruz: la amargura, la tristeza? el dolor. No puede haber una sin la otra; pero eso, precisamente, es lo que fortalece y hace interesante nuestro caminar en este sendero, que Dios nuestro Señor  nos ha marcado, para realizarnos como hombres y mujeres fuertes y rectas ante las adversidades.

Intentando llevar mi mente más allá de lo puramente icónico y espiritual de la Semana Santa e introduciéndola en un plano más humano, más "real", imagino un Jesús hombre detenido y golpeado cual ladrón, mal juzgado, vejado, molido a palos y, por fin, asesinado de una de las maneras más salvajes. El estremecimiento que me produce es, precisamente, lo que me fortalece espiritualmente.

En estos momentos de sufrimiento ciudadano, tenemos  la cruz de la moneda en nuestras manos, pero debemos, tenemos que pensar que la tan ansiada cara, está justo al otro lado de una moneda que gira y pronto aparecerá, iluminando nuestras ajadas vidas. Y cuando ocurra ese momento, habremos salido triunfantes y afrontaremos con fuerza los retos que nos vengan, de la misma forma que Jesús soportó un calvario para resurgir como Cristo y mostrarnos las dos caras de la moneda.

A todos los que, de una forma u otra, viváis esta Semana Santa, recordaros que un día  una persona sufrió de una manera sobrehumana, simplemente por amor.

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