OPINIóN
Actualizado 30/03/2015
Redacción cultoro.com

Para Unamuno las pajaritas son un divertimento,  a la vez  que una especie de terapia, cura y bálsamo del vértigo de sus honduras metafísicas, que en el plegar y desplegar le devuelven  a la superficie de la vida , abstraído en  la ligereza del papel.

Alguien  como Don Miguel que gusta de escribir y dibujar , que siente el papel,   sus olores y texturas, papel y tinta con los que están hechos nuestros sueños y nuestros miedos, tinta y papel con los que se va entretejiendo la vida y su plasticidad, el fingimiento y la oportunidad, la rectificación, el repaso, la máscara o  el pseudónimo,  es alguien  que nos invita a evocar la caligrafía -escritura hermosa- , a la vez  que escritura lograda,  como metáfora de la biografía, es decir, escribir la  propia vida, con sangre, con lágrimas, con las huellas en la acera, con el desgaste cansado de los zapatos.

Si Unamuno coloca esta adenda de los  Apuntes para un tratado de cocotología  al final de su Amor y Pedagogía, no es un azar. Hay que entenderlo en ese contexto donde se acerca y se deja llevar por el niño jugando, el niño que fuera  él mismo,  y el que se le escapó de la vida  y no pudo ser, su hijo Raimundín, fallecido en 1902,  el  mismo año de la publicación de la primera edición de Amor y Pedagogía

En ese recuerdo pertinaz de la infancia exclama: ¿Usted no recuerda haber sido niño, usted no lleva dentro al niño, usted no ha sido niño y quiere ser pedagogo?, ¡pedagogo quien no recuerda su niñez, quien no la tiene a flor de conciencia!

Recordar y no recordar, hacer lo que hacemos para ser o para olvidar.  El peso muerto de la memoria, el vuelo aligerado en los pliegues bien trazados de un papelito, inventando fantasías que nos rescaten de la lógica destructiva, la lógica pedagógica sacada de su justo punto.

¿Por qué ama el niño el absurdo?... Con la facultad de hablar empieza a ejercer Apolodorín su imaginación, inventando mentirijillas? Así  evoca Unamuno la necesidad del juego, de la escritura infantil, de la canción de corro,  que es otra manera de recorrer el mundo.

Entre el  inicio y el final de los Apuntes se debate nuestro autor entre lo orgánico, lo arquitectónico y lo dinámico, en busca, o tal vez renegando,  de la perfección: La perfección se adquiere a costa de personalidad, y cuanto más perfecto y arquetípico es un ser, tanto menos personal es? Revolotea  entre lo embrionario y lo teleológico, es decir, desde lo inicial de la generación que todavía no ha llegado a término, a lo que debe ser su finalidad,  aquí la relación de la Cocotología con Amor y Pedagogía, en su ridícula pretensión de fabricar un niño a priori  por método deductivo,  es obvia:  y aun nos entrevemos en sospechar que se haya hecho al niño para la pajarita y no a ésta para aquel?  ¿No será esta pajarita plegado irónico o pretexto metafórico para criticar los modelos pedagógicos estandarizados, a los que acoplamos el niño? Niño a medida de los deseos de sus progenitores, escolar a medida de los proyectos curriculares,  aprendiz a medida de un saber insulso y vano; todo esto aunque tengamos que hacerlo a  costa de la propia  y novedosa personalidad del infante.

Curiosas reflexiones las que va desplegando  don Miguel,  dejándose llevar por el hilo de las palabras  como si en ese obsesivo y redundante plegado de papel se pudiera concentrar el misterio de la existencia  errátil  o arropar la nada.  Volviendo a encontrar  el centro de gravitación para desentrañar su misterio.

 

Extracto de En torno a la cocotología unamuniana

En la biblioteca  Torrente Ballester 21 de febrero 2015

Asociación Amigos de Unamuno

 

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