Hoy quiero compartir unos versos míos e invitar a una sencilla pero honda reflexión en el pórtico de los días especiales que se avecinan. En estos días oiremos hablar mucho de Cruz, la adoraremos, la veremos pasear por las calles? y más de uno predicará sobre mortificación, sobre "crucificarse" en el lugar de Jesús? de ahí mi pregunta ¿es ese el verdadero mensaje, la exaltación de una muerte cruel e injusta? En mi humilde opinión, no. Lo verdaderamente cristiano no es crucificarse en el lugar de Jesús, sino bajar a todos esos crucificados de nuestro tiempo de sus cruces, heridos, moribundos y sufrientes y ayudarles a abrir sus sepulcros y a resucitar a la esperanza, a la confianza, al verdadero amor.
Estiramos tanto el sentido
de tu entrega en Cruz...
que olvidamos el afecto
al hombre concreto, Jesús,
corazón vaciado sin reservas.
Hoy quiero bajarte yo,
- tu cuerpo inerte -
besarte el rostro deformado,
contemplar de cerca tu mueca
de dolor, tu paz y esa sonrisa
dibujada sutilmente en tus labios.
Quiero tenerte en mis brazos,
sentir el peso de tu cuerpo,
- Vida sin vida -
arrancar de tu frente las espinas
una a una y acariciar tus cabellos pegajosos.
Limpiar tus llagas entre lágrimas,
con cariño, sin contener la ternura.
Hundir mis dedos en tu carne
entregada y contagiarme
de amor, de palabra, de libertad, de Ti.
Sostener tu mano entre mis manos
y esconder mi cara en ellas,
enterrar mi dolor y mi vergüenza
en tus heridas y sentir que de ellas
nace Vida, esperanza, dignidad.
Quiero lavar tus pies rotos,
envolverte con dulzura en un abrazo,
y estar así contigo, mirándonos,
en silencio compartido, un largo rato.