OPINIóN
Actualizado 28/03/2015
Eusebio Gómez

En estos días los cristianos celebraremos la Pasión y Muerte de Jesús. Hay que aclarar que en la crucifixión de Jesús está e1 Padre entregando a su Hijo solo por amor. "Dios amó tanto a1 mundo que 1e entrego a su Hijo" (Jn 3,16). Lo que da valor redentor a la cruz no es el sufrimiento, sino e1 amor.

Seguir al crucificado, a Jesús, no consiste en buscar cruces, sino en aceptar lo que nos viene por causa del Reino. Llevar la cruz no significa, pues, inventar sacrificios y mortificaciones. Llevar la cruz es asumir, con total disponibilidad, las consecuencias de ser discípulo de Jesús, sabiendo que uno no puede "estar por encima de su Maestro" . No se puede vivir al servicio del reino de Dios, que es reino de fraternidad, de justicia, de amor y de libertad, sin sufrir como el Maestro.

Jesús no busca su felicidad o su provecho, sino el de los otros. La felicidad es desasirse, sin agarrarse tanto a sí mismo y sin vivirlo todo de manera tan posesiva. La llamada de Jesús, "Si uno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo ...", es una invitación al vaciamiento de ese falso yo,  a no vivir girando obsesivamente sobre el propio yo.

 E. Jünger puntualiza que "la relación del ser humano con el dolor no esta ya fijada en modo alguno". Según él, siempre se puede decir "dime cual es tu relación con el dolor y te diré quién eres". Algunos se limitan a rebelarse. Hay quienes caen en la ansiedad. Otros se encierran en el aislamiento. Y hay hasta quien se culpabiliza ante su mal. Otros prefieren hacerse "victimas" .

Un día vi a un indio casi anciano que caminaba completamente encorvado bajo una gran carga de orquídeas.

 Le pregunté si ese peso no era demasiado para él y me respondió con una sonrisa de escasa dentadura y mucha sabiduría: "No, Señor, estoy acostumbrado desde niño. Vea usted, todos tenemos que cargar algo en la vida, yo tengo la suerte de cargar flores".

¿Quién en este mundo está libre de cargas y preocupaciones? Tal vez sólo los niños pequeños, porque, apenas ellos comienzan a crecer, ya sus tareas escolares y demás, empiezan a encorvar sus tiernas espaldas.

Además, ¿qué sería de nosotros si no tuviésemos responsabilidades y deberes que cumplir, metas que lograr, sueños que realizar y retos que superar? Creo que seríamos personas sumamente aburridas, sin un por qué o para qué vivir. ¿Se le podría siquiera, llamar a eso vida?

Todos experimentamos días en que nuestras cargas son ligeras y estimulantes, otros días son pesadas y agobiantes. Nos sentimos aplastados por ellas. Una enfermedad, un divorcio, la vejez, la pérdida de un ser querido, los problemas económicos, o simplemente, pasar de una etapa a otra de nuestras vidas, ya conlleva en sí mismo momentos de estrés que pueden pesar mucho. Otros fardos que nos hacen sucumbir son emocionales, espirituales o morales. Yo diría que estos son los más pesados de llevar. Y cuando esto ocurre añoramos y necesitamos encontrar personas que nos ayuden a llevarlos.

 Ni siquiera el propio Jesús estuvo exento de esta realidad. El recibió ayuda de un extranjero para llevar su cruz. El, siendo Dios, tuvo la humildad de aceptar ser ayudado cuando sus fuerzas fallaban. Sin embargo, nosotros nos sentimos, en ocasiones, abochornados de aceptar una mano amiga y vacilamos en brindar las nuestras. Poca visión y mucho egoísmo. Con estas actitudes lo único que conseguimos es hacer más pesada nuestra carga.

 Podemos aprender mucho del anciano sabio indio del relato: aceptando lo que no tiene remedio, cambiando nuestra actitud y nuestro corazón para poder ver con optimismo, más allá de las cosas que nos encorvan y apreciar las flores que tenemos la suerte de encontrar, a nuestro paso, todos los días. Pero no nos podemos olvidar que una carga de flores también pesa, pues no deja de ser carga :cruz.

 

 

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