OPINIóN
Actualizado 26/03/2015

Las elecciones andaluzas han marcado un antes y un después en la forma y en la acción política. Las peticiones de cambio, de regeneración, de transparencia y de proximidad que los ciudadanos vienen exigiendo a los partidos políticos, fundamentalmente desde el 15M, han tenido su primer resultado en la nueva composición del parlamento andaluz donde cinco partidos políticos van a tener representación, dos de ellos estarán por primera vez en el parlamento.

Creo que cuanta más pluralidad más riqueza en el debate político y, a la vez, creo que cuanta mayor fragmentación de partidos mayor inestabilidad para llegar a acuerdos de gobierno o entre la oposición. Creo también que si el bloque de la izquierda en nuestro país nunca ha sido monolítico, el de la derecha tampoco lo ha sido y que la aparición de Ciudadanos ha supuesto la válvula de escape para muchos votantes del Partido Popular que ya no encontraban su sitio dentro del mismo.

Si el resultado de Andalucía va a influir mucho o poco sobre el que se produzca el 24 de mayo en el resto del país, es algo difícil de pronosticar sin tener una bola de cristal cerca, yo no la tengo. Pero más allá del resultado, lo que sí que va a condicionar en el resto de elecciones, al menos en las que se produzcan a lo largo de este año, es esa nueva forma de entender y de exigir la política que estamos demandando dentro y fuera de las organizaciones políticas.

Los partidos tienen ahora la obligación de recoger, asimilar y trasladar a lo más profundo de sus estructuras organizativas toda la serie de cambios que exigen los ciudadanos, de lo contrario, quienes no lo hagan, están abocados a un papel cada vez más residual.

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