OPINIóN
Actualizado 25/03/2015
Manuel Alcántara

En la feria en que vivimos hay un espectáculo que sobresale por encima de la oferta de las diferentes casetas. Consiste en tirar algo sobre unos muñecos que se posan en baldas en equilibrio inestable. A veces se dispara con escopeta de aire comprimido cuando las figuras son minúsculas, otras con pelotas blandas de goma. El juego radica en derribarlos. Para animar a la concurrencia se pueden incorporar a los monigotes rostros de personajes conocidos. Nadie que no esté al loro puede ignorar que dentro de la ancestral cultura patria los caracteres favoritos tienen que ver con políticos. Insultar, vejar y derribar al político es un deporte nacional que cuenta con un amplio consenso. Para justificarlo se señala que se lo tienen merecido por un sinfín de trapacerías.

 

El discurso de la antipolítica es un negocio tan lucrativo que suele tener unos réditos enormes para progresar en la arena pública. ¿Quién no ha oído hablar de Fujimori, Berlusconi o Chávez? Repasen sus discursos en sus campañas electorales y encontrarán una evidencia palmaria de lo dicho. Hoy sabemos que el éxito entre la opinión pública de Podemos se monta en gran medida en el acierto en el uso de término casta, fácil de entender y con connotaciones de notable popularidad. Pero este tipo de situaciones oculta ignominiosamente a quienes hacen política con honestidad, al servicio de la gente, con plena entrega, con fervor profesional en el más noble sentido del término como se puede aplicar a otras tareas. Seres que quedan al pairo cuando las cosas vienen mal dadas.

 

La judicialización de la política puede ser una perversión que se da cuando coinciden diferentes extremos que van desde la falta de capacidad para asumir responsabilidad al uso torticero de la justicia. Cuando se produce, su propio desempeño no deja títere con cabeza en algo tan fundamental para el ser humano como es el honor. ¿Quién repara a aquella persona que tras un proceso de cinco años resulta absuelta por unanimidad? ¿Por qué su propio partido termina dejándola caer?, ¿Van a poder volverla a mirar a la cara quienes le retiraron el saludo? ¿Cómo rehace su vida profesional después de dedicar veinte años a sus vecinos? ¿Por qué ningún medio de comunicación salió en su momento a defenderla de la tropelía que se estaba cometiendo? ¿Qué puede hacer hoy Elena Diego con su futuro? ¿Importa a alguien este atropello?

 

http://politica.elpais.com/politica/2015/03/18/actualidad/1426693215_907297.html

 

https://elrincondesofista.files.wordpress.com/2014/05/alma-lnk.jpg

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