Como si de buscar la peor composición posible se tratara, ahí tenemos, en la calle Bordadores, en una de las rutas de nuestros turistas, una puerta y dos armarios eléctricos para nuestra vergüenza. No se explica al menos se pinte la puerta, o que el armario se le ofrezca a un pintor de la calle, grafiteros los llaman, que con un poco de gusto se invente una imagen, pero no a cualquier pintamonas del tres al cuarto que tanto abunda por ahí haciendo daño. Otra cosa es, y quizás a nuestras autoridades les parezca demasiado o no alcance el presupuesto, estudiar la posibilidad de retirar la capa de cemento que cubre el monumento (me ha salido un pareado), tapando nuestra hermosa y única piedra de Villamayor.