OPINIóN
Actualizado 22/03/2015
Pastoral Universitaria

A raíz del anuncio del jubileo extraordinario de la misericordia, me gustaría hablarte sobre el tema.

Antes que nada, ¿Qué es la misericordia? Mons. Francisco Ugarte (2008) nos dice que tiene su origen del latìn: miserere, tener compasión y cor, corazón. Ser misericordioso es tener un corazón compasivo. La misericordia, junto con el gozo y la paz, son efectos del perdón; es decir, del amor. En otras palabras, Dios es amor (1 Jn; 4, 8) y perdón, por lo tanto nos ofrece misericordia, gozo y paz.

Respecto del las palabras del Santo Padre en el anuncio quiero resaltar 3 puntos muy sencillos:

1. La Iglesia tiene como misión ser testimonio de la misericordia, camino que inicia con una conversión espiritual. Sírvanos de ejemplo el hijo pródigo, quien recapacita y vuelve a la casa del padre (Lc. 15; 17,20). El joven cristiano debe recapacitar, vaciarse de la mundanidad y del pecado para llenarse de Dios a través de la oración, los sacramentos y la caridad.

2. El Jubileo extraordinario coloca en el centro la misericordia de Dios. El Evangelio nos dice que junto a Jesús crucificaron a otros dos (malechores), uno a cada lado. Este momento es importante, las palabras del "buen ladròn": "Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino" (Lc. 23, 42) alcanzan inexorablemente la misericordia y dulzura infinita de Dios: "Yo te aseguro, que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso" (Lc. 23, 43), mostrándonos, así, un amor "directo y sin escalas".

3. Seamos misericordiosos como el padre. Esta semana celebramos a San José, padre adoptivo de Jesús, encomendémosle a él y a la virgen María, este año santo de la misericordia.

Después de esto te pregunto, ¿en dónde ves la misericordia de Dios? Yo, en la confesión. Cada vez que escucho del sacerdote: "yo te absuelvo de tus pecados?" me siento como ese primer ladrón que ofende al Señor, pero que después, como el otro ladrón, arrepentido, recibe su perdón.

Por último, estimado lector, te invito a "hacer presente en el mundo el Reino de Dios" (SS Francisco, Evangelii Gaudium, 176) y transmitir su misericordia. Debemos hacer "lío" en nuestro entorno universitario, vivir nuestra fe, trabajando y orando (San Benito). Hoy, Dios nos regala muchas gracias, el año de la vida consagrada y el año teresiano son una muestra. Seamos agradecidos.

Alfredo Zepeda, desde la Pastoral Universitaria de Salamanca.

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