Utilicemos el potro de herrar para proteger a los ciudadanos que galopan con los corruptos a hombros hasta enterrarlos en el mar
No tuvo don Miguel habilidad para someter los pinceles al lienzo, haciendo inútiles los esfuerzos de Lecuona por introducirle en la pintura al óleo, pero supo manejar con buen tino el lapicero sobre papel, como acreditan los numerosos dibujos que realizó en diferentes momentos de su vida.
En el dibujo que ilustra el artículo puede verse un potro de herrar y leerse en la parte superior del mismo la propuesta de Unamuno explicando su intención: "¡A cuantos habría que meterles al potro!", lo que anima a responder instintivamente en un primer intento, que en dicho potro meteríamos a corruptos, politiqueros, especuladores, despilfarradores, electoreros, defraudadores, falsarios y otros individuos de similares especies, tan abundantes actualmente en la fauna socio-político-sindical-financiera española.
Pero no. Sería un error hacer esto porque dicho potro tiene por misión sujetar animales que ayudan al ser humano en sus trabajos y aficiones para herrarlos, es decir, colocar en la pezuña queratinosa de los ungulados una herradura que proteja sus cascos del terreno, favoreciendo así la utilidad que las caballerías prestan al ser humano al hacer uso de ellas en sus labores y ocio.
En ese potro de herrar debemos meter a todos los honrados ciudadanos para herrarlos con valores morales y darles la fortaleza necesaria, el apoyo, valor, convicción y empuje para acosar sin descanso a los depredadores, expulsar de las instituciones a los tramposos, meter en un saco a los "cajeros" estafadores y galopar, galopar y galopar con ellos al lomo, hasta enterrarlos en el mar por denigrar la especie humana con sus comportamientos, como nos pidió Celaya, el poeta social hernaniense paisano de don Miguel, que fechó y firmó en tierra vasca con la sangre de Unamuno su instancia vital.