Deberíamos tomar ejemplo de la asociación de la naturaleza, de su determinación.
El otro día, leyendo a Fernando Reinares y su investigación sobre los atentados del 11M, y el terrorismo islámico, me di de bruces con la triste realidad española y por ende de cada uno de los que conformamos esta sociedad.
Tomando como hecho, los graves momentos de los atentados del 11M a los trenes de cercanías, la sociedad española, una vez más, se desmembró y en vez de buscar soluciones buscamos culpables, a cualquier precio, de cualquier manera sin atenernos a la mínima ética, el único objetivo era empapelar al contrario con la frustración propia, herir para ver sangrar de la misma forma que alguien nos sangro.
Por un lado está la teoría de los españoles situados preferentemente a la izquierda del espectro político que pensaron, y no pocos aún creen, que los atentados del 11 de marzo de 2004 fueron una consecuencia de la llamada foto de las Azores , donde se hizo visible el alineamiento del presidente del Gobierno español, José María Aznar, con la guerra al terrorismo auspiciada por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Desde este lateral social se ha criticado y critica al entonces Ejecutivo del PP por haber asociado a ETA con el 11 M.
Por otro lado españoles, ubicados sobre todo en la derecha del espectro político, creyeron, y aún en parte siguen pensando, que los atentados de Madrid fueron de uno u otro modo obra de la organización terrorista ETA. A este argumento se añaden especulaciones sobre el modo en que el presidente del Gobierno que el PSOE formó tras el resultado de las elecciones celebradas tres días después del 11-M, José Luis Rodríguez Zapatero, ofreció a ETA una salida de transformación en lugar de optar por derrotarla.
Ante hechos similares , los atentados de Londres, las reacciones de una sociedad con una cultura más centralizada y a la vez más global nos enseñó un camino con menos baches y piedras donde nos podemos dar la mano para prevenir los posibles tropezones en el devenir de la vida.
Si el 11-M nos dividió es porque los españoles carecimos como sociedad de la necesaria resiliencia ante atentados terroristas de mayor fuerza o de fuerza desconocida, más allá de la gestión de crisis y emergencias. Estábamos acostumbrados a nuestro "propio terrorismo", al que habitualmente solo apuntaba a esferas de la ley o del poder político, no al indiscriminado. El modus operandi nos descentró del todo y creó una brecha mas en nuestra sociedad, una sima entre dos formas de "juzgar" un problema no entre dos formas y fuerzas para solucionar el mismo problema. Y como solo el ser humano tropieza y tropieza en la misma piedra, seguimos dividiendo fuerzas, en vez de unirlas, para mover la sociedad, nuestra sociedad.