OPINIóN
Actualizado 11/03/2015
Fermín González

"Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podré creer en ti" (Nietzsche).

No sé, amigos lectores sí tienen la misma sensación que este comentarista, pero cada día tengo más clara la certeza, de que vivimos en un estado permanente de la ?MENTIRA-. Las noticias desde la mañana a la noche están llenas de corrupción, estafas, dobles vidas? Tanto en la vida pública como en la privada, vivimos rodeados de engaños. ¿Qué cómo nos damos cuenta?, no crean que sea tan difícil saber desenmascarar la sarta de mentiras con las que nos vemos intoxicados a diario. Porque mentir es un acto consciente, no un accidente, como hoy con la disculpa se nos suele hacer creer.

Hay dos formas básicas de mentir, la primera es ocultar, y consiste en retener la información sin decir nada que no sea verdad. La segunda es falsear, y se basa en presentar la información falsa como si fuera cierta, y donde la primera suele sentirse menos culpable que la que falsea, aunque en ambos casos, perjudican a sus víctimas. Ustedes, yo, todos sin lugar a dudas, hemos mentido, engañado, falseado, posiblemente para en alguna ocasión  salvar la cara, otras para no perjudicar a un tercero, y alguna también para lucrarnos económicamente, de tal o cual situación. Pero lo cierto, es que dentro de nuestro equilibrio emocional, familiar y personal hemos cometido algún error y hemos sido desenmascarados. Evidentemente en la práctica del engaño, siempre existe el recelo a ser detectado.

Este pecado tan "español", ha venido a poner en alerta y atención cuando estamos ante un mentiroso, y asistimos entre complacidos, y reservados a los mítines políticos, a las declaraciones y entrevistas de los "Gurús", de la economía, a los debates de la Nación, a las promesas programáticas, y a otro sinfín de componendas, en las que se ufanan los del "cuello duro", para que redimamos sus mentiras, falsedades, ocultaciones y  engaños con un voto. Lo complicado del que miente, es que está obligado a veinte más para sostenerla. Y esta es la cuestión, porque esos engolados políticos y otros farsantes, de variada catadura moral, aunque les parezcan inteligentes? no lo son tanto? Y cuando mienten deben tener preparada una buena explicación para quien le interpele, y va a tener que recordarla en cada momento, porque alguien en el momento menos pensado le volverá a preguntar, y, si no se es rápido en la respuesta, se quedara en evidencia? ¿Recuerdan ustedes las respuestas y declaraciones de muchos implicados en todas las tramas de corruptos ante jueces, y entrevistadores?..." No sé, no me consta, no lo recuerdo, etcétera? Cuando no, contestaciones "fanfarronas, galimatías, palabras hueras, con el fin de ocultar la verdad, valiéndose  del envolvente mediático de las mismas, con frases vacías, simples y sin contenido, improvisando respuestas a preguntas que no  habían previsto, creando un montón de mentiras adicionales que requieren habilidad e inteligencia prodigiosa para recordarlas a fin de evitar fueran delatados". Todo ello no lo han conseguido, ¿saben por qué?, sencillamente no son tan listos, tan inteligentes, tan superiores, ni tan sagaces, algunos incluso presumen de llevar en la política- no sé cuántos años- es decir que no ha trabajado nunca en otro sitio, que no conoce los contratiempos, las dificultades, los despropósitos, alegrías, la capacidad de crear, de improvisar, en definitiva de ser? Y esto les aleja de los desvelos, las necesidades, angustias, que ha de soportar, aquel empleado y trabajador? que incluso puede ver peligrar su puesto, después de su lucha constante por sobrevivir.

Mentir tiene fatales consecuencias para las relaciones, de todo tipo, en este caso relaciones, político-ciudadano, ese desafecto, esa desconfianza, ese rechazo como preocupación prioritaria de la ciudadanía, tiene su origen en la- Mentira-. Ya, no es que se adueñaran de nuestros ahorros, desvalijaran, bancos y cajas, desahuciaran a muchos de sus casas, se hicieran ricos a costa de gentes a los que les costó una vida de esfuerzo vivir con dignidad, está también en no pocos casos se la han robado. Lo peor, es la impotencia, el sentirse engañados, con burdas mentiras, atrapados en desigual combate, esa es la desesperación. Todo empezó con una mentira, con un engaño banal, al que le van siguiendo engaños mayores, en un proceso que como hemos venido observando, no tiene límites. Ahora esperemos que renazca la esperanza, que sin tardar podamos alzar de nuevo la voz, que la dignidad perdida sea regenerada, que sea desechada la mentira, y podamos construir la verdad, con la afirmación de Sófocles "Una mentira nunca vive hasta hacerse vieja". Porque no  se puede controlar ni esconder todas las conductas.

 

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