OPINIóN
Actualizado 11/03/2015
Fernando Segovia

Europa era anoche (la noche del 17 de febrero) la iglesia de la Purísima. La iglesia casi llena y, sobretodo, la música desbordada de Schola Cantorum The London Oratory School. También lo era Varufakis protestando y exigiendo en Bruselas. Y el ciudadano negro vilmente empujado y rechazado en el metro de París por hinchas ingleses. Y el silencio de Rajoy ante casi todo. Todo eso cabía en Europa a la misma hora, del mismo día.


      Lo del concierto (de lo que fui testigo directo), estupendo. Música polifónica del XVI y XVII. Cincuenta disciplinadas y jóvenes voces haciendo vibrar en un marco de lujo. Y también, de fondo,  las oscuras fronteras permeables tan llenas de muertos al sur. Y no saber qué hacer ni decir ante eso tan horrible.


     Un partido de fútbol (como siempre sucede a esas horas en televisión). Debates y más debates radiotelevisados en que todos se dan voces y escasísimas razones. El miedo como moneda de cambio. Y la machacona Grecia que se nos puede escapar del redil común. Y una guerra convencional a las mismas puertas del este. Un Putin embravecido. Arrogante. Zar de todos los zares. Y muertos, más muertos al este (éstos en la cuenta del zar). Y Merkel, Hollande y Cameron (los otros casi ni cuentan) intentado echar frenos y reconducir a no sé bien qué y sudando de lo lindo su jornal. Y Pablo (el nuestro), lleno de entusiasmo con coleta al viento, en loor de multitud, reunido con españolitos y estudiantes en N.Y. Encantado de haberse conocido. Y a Sánchez que, a pesar de su estatura (y a su edad), siguen haciéndole la cama aquí. Europa.


     Y un servidor que se refugia en ese día y a esas horas en la Purísima, ahí bien cerca (medio tapada hoy en el cuadro ?casi un atentado-- por un enorme lápiz rojo de attrezzo), escuchando música religiosa en latín con acento inglés. Embebido en armonías a pesar del frío. Diciéndome para los adentros que me alegro mucho de pertenecer, comprender y saborear estas raíces culturales judeocristianas y europeas, que hicieron posible esas músicas y modos de interpretar (también los increíbles lugares), y cuya magnitud ahora disfruto. En este día y a esas mismas horas de la tarde. Pues eso, que Europa, a pesar de todos los pesares posibles.  

 

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