OPINIóN
Actualizado 10/03/2015
Radio Guijuelo

A este paso la política española en periodo electoral se va a parecer al Sálvame. O a un divertido mosaico donde no faltan ni los intelectuales como Gabilondo o García Montero, ni las bordes deseosas de protagonismo cual Tania, pasando por las divas que no necesitan gorgoritos para mostrarse cual sopranos poderosas. Ay, que sólo nos falta Luisa Fernanda para una zarzuela y Susana Díaz marcando barriga y ganas. Esto es la comedia nacional y la niña bonita me pregunta si voy a votar a Naranjito o a la señora de las gafas. Lo de mi hija es de agencia Efe, pero claro, la criatura no distingue entre municipales, autonómicas y generales, y si tiene que elegir, yo creo que se queda con el calvo por muy griego que sea, esta criatura nació en la Europa sin fronteras y lo mismo abjura de Marine LePen que se ríe de que a mí me guste Sarkozy, misterios del morbo. A mí me pone Sarko, que le vamos a hacer, y soy fiel a mis gustos más prohibidos tales como leer el Hola a escondidas o comerme todo el pan que sobra en la mesa. Una en el fondo es una friki absoluta, por eso me hace gracia este duelo de egos en el que se ha convertido la falta de propuestas y de unidad ante los problemas que nos acucian propia de esta tropa de políticos dispuestos a no perder el abrevadero. Seamos realistas, si la izquierda no se une es, como dice el abogaó que me asesora políticamente en plena sesión de pinchos, para no perder la subvención, que la cosa está muy achuchada. Reconozcámoslo, lo que importa es mantener la prebenda, no emprenderla con los problemas que nos acucian a los demás, no a quienes han tenido la vida resuelta. El político este que lleva años amarraó al duro banco del sueldo y la dieta no está dispuesto a perder el oficio ni el beneficio, y ante el reparto de poder que se le viene encima es capaz de todo. La política es un tema interesante mientras nos bebemos un par de vinos, sí, sobre todo cuando acabamos reconociendo que la única solución es el queroseno. Reconozcámoslo, tendremos una edad, pero estamos un poco radicales, y hasta Podemos nos queda muy a la derecha. Visto lo visto, un poco de queroseno a ciertas malas costumbres del poliqueterío nacional y hala, a ver arder tanta tontería. Y que conste que no se trata de hacer un curso de cóctel molotov, sino de gin tonic y revoluciones que empiezan por uno mismo, nada de abjurar de todo y luego, hacer el trabajo con desgana y dejadez propia del criticado político. Que no, que empecemos todos por uno mismo y hala, a renovar nuestra forma de trabajar, de ver las cosas, de ser ciudadanos conscientes.


    Ya ven que a mí las salidas nocturnas me dan para mucho, a este paso escribo la columna en la barra del bar y se la envío a ustedes con olor a chipirones. Y es que hay que levantar la economía nacional con alegría y con la esperanza de que algo cambie antes de que acabemos tan hartos que vayamos a votar con la varita del zahorí, a ver si sacamos algo más que egos hinchados y fotos de estudio. Qué le vamos a hacer, la comedia nacional se ha vuelto astracanada del todo, lo dicho, amor, queroseno y a soñar que hay otra manera de hacer las cosas, y por cierto, hija mía, no puedo votar al griego ni a la mujer de Obama, que no se presentan. Menos mal que no apoya a Maduro que sino, capaz hasta de postularse de nuevo. Lo que hay que oír.

 

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