Donde la mañana radiante apague la noche
y sea hermoso el brezo del camino.
(A. Salvado)
Un tierno brezal acaricia la tarde
del cuadro que nunca me atreví a pintar,
hablándote a los ojos
de largo entendí
que no hacía falta que habláramos más,
serás mía en esta vida
como yo seré tuyo hasta
la muerte,
inflorescencia cerrada
que consume mis tardes
sin apenas sol entre la yema de tus cimas,
carnoso corazón que sobrelleva
la existencia vegetal
cuando el tiempo nos lleva por delante,
esta vida está calculada para un suspiro
y yo no tengo pasta de otros renombres.
Qué hermosura la tuya, maestro,
cuando no conocías ni nuestros rostros
y la llanura imberbe de tu verso
alimentaba ya la mañana
recién acostado sobre la hierba.
Un tierno brezal
acaricia la tarde
que yo nunca me atreví a soñar.
Boris Rozas, Antología de homenaje a Antonio Salvado, "Um Extenso Continente".