Había una vez un pueblo en Zamora y en el pueblo un colegio y en el colegio doce niños y a los doce les gustaba mucho leer. El pueblo se llamaba Moraleja de Sayago y le pasaba lo mismo que a muchos otros pueblos de Zamora o Salamanca, y es que cada vez había en ellos menos niños y menos libros.
El problema es que necesitaban más libros para seguir leyendo, más historias, más medios? Y no había manera de hacerlo. Si no era el microbús, era el dinero, y si no, cualquier otro motivo que al final no tenía nada que ver con el colegio. Total, que los doce niños se quedaban sin cuentos, y los cuentos sin dueños.
Hasta que un día se reunieron un grupo de expertos y dijeron: "¡ya está bien! Hay que encontrar una solución para este entuerto". Y así lo hicieron. Empezaron a pensar y a pensar y a pensar y entre un bibliotecario y un director de colegio y otro y otro y más amigos y más y más? dijeron: "si los niños no llegan a los cuentos, que sean los cuentos los que lleguen a ellos".
Y así fue como una mañana de marzo de un día cualquiera? como hoy, ayer o antes de ayer, dos curiosas pusieron rumbo a Moraleja de Sayago con una ventana que va a la luna, un paraguas repleto de gotas con versos, una reina de colores que cuenta con guantes, media naranja, muchos sueños y una solo intención: que lleguen los cuentos.
Precisamente este cuento, que está basado en una historia real, ha sido posible gracias a un montón de gente a la que le da igual la distancia o el motivo, pero está dispuesta a cambiar las cosas. Bibliotecarios, directores de colegios, promotores de lectura, funcionarios y amigos, simplemente, que han apostado por llegar donde no llega la administración ni el papeleo. Gente que decide invertir tiempo y dinero porque si, porque mira a las caras de los niños y decide que necesitan cuentos. Todos necesitamos cuentos. Así que gracias a todos los que habéis hecho posible este viaje, y no perdáis nunca las ganas de hacer realidad los sueños. Nosotras no lo haremos.