La energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Óscar nació con ella y la ha sabido trasmitir a su alrededor. Incansable, sin horarios, como buen emprendedor y ya empresario, envolvía con su energía a toda la empresa. Una empresa que es familia, que son personas.
Verle nacer no, nacer con él. Eso es lo que he tenido la oportunidad de vivir junto a él desde los 18 años hasta mis actuales 34. Toda una vida laboral y de experiencias, forjándome como emprendedor con modelos como él y como toda su familia. De esas empresas familiares que son tan familia en el origen como familia en el día a día. Conocí a su padre dando lecciones, broncas y tirando del carro hasta que Oscar y Angel decidieron que su energía, los conocimientos que recogieron de su padre y su innegable intuición empresarial eran motivos suficientes para tomar las riendas. Su padre, con esa sonrisa de satisfacción que todo padre tiene llegado el momento, se sabía satisfecho.
Óscar y Ángel constituían una nueva familia empresarial. Un tándem que siempre supo que esa familia tenía que estar rodeada de grandes y fuertes hombros: Blanca, Paco, Elba y un largo etcétera que supuso tener familia numerosa. Esas que, para las PYMES suponen preocuparse de lo material, pero ya también de lo emocional. Eso que tanto nos ha hecho sufrir en estos momentos de crisis. Despedir a alguien no sólo era hacerle el finiquito, era arrancar parte de tu propia historia. Contra eso, Óscar y Ángel echaban imaginación y horas para sacar trabajo de donde fuera, había que sacar adelante esa gran familia.
Inaugurar unas nuevas instalaciones fue una emoción compartida con familiares y amigos. Entre estos últimos siento el enorme privilegio de encontrarme. Me ilusioné como uno más de su familia cuando recibí la invitación formal, la de papel, la de toda la vida. No por ser necesaria, sino porque era, en sí misma, el máximo exponente de su trabajo. No era necesaria, una llamada fue más que suficiente para convencerme e ilusionarme con su proyecto. Esa Gótica Digital que nacía en la calle Pintores (que ironía de la vida que se vincule el nombre de la calle a una empresa de impresión) sabía que iba a ser puntera en nuestra ciudad. Lo sabíamos los que habíamos crecido con ellos, pero incluso los recién llegados, los grandes, los de Xerox.
La nueva imprenta no dejaba de sorprendernos: retos, nuevos métodos, nuevos materiales y nuevas soluciones nunca vistas en Salamanca. Y de Salamanca, a la Moncloa, para quienes llegaron a hacer trabajos, incluso cuando al frente se encontraban los que precisamente no eran de la misma idea política. Y esa fue una de las grandes demostraciones: un empresario no tiene más color que el del servicio que presta y no tiene más meta que la de hacer llegar su proyecto tan alto como el reconocimiento social y empresarial le pueda hacer, sin lastres ideológicos.
Pero ya no está con nosotros. El destino he hecho que el camino entre el trabajo comercial que tan bien se le daba hacer a Óscar y su casa, le frenara en seco. Icónicamente esa parada se realizaba envuelto en el vehículo que tan visual hacía su empresa y que era ejemplo de su trabajo. Envuelto en La Gótica, envuelto en todos estos recuerdos para todos. Por este motivo quiero, deseo, que los que empezamos proyectos empresariales, los que ya llevan años en el gremio que hoy pierde a este importante exponente y los responsables de instituciones empresariales honremos su memoria y su trabajo. La energía de Óscar, a buen seguro, se va a trasformar en fuerza de todo el equipo de La Gótica para no desfallecer, para seguir trabajando. Su ejemplo nos sirve a muchos para levantarnos. No tendremos esa energía de Óscar capaz de acabar el día a las 7 de la mañana y ser el primero que encendía las máquinas de La Gótica a las 9, pero seguro que sabremos hacer un justo recuerdo in memoriam. De entrada, como continuación a esa energía que hoy se transforma, que nunca se perderá, reconozcamos su labor y transmitámosla a nuevos emprendedores.