A todas las personas nos gusta que nos respeten y nos traten por lo que somos y no por lo que tenemos, pero en ocasiones existen circunstancias que hacen que te hagan sentir de segundo plato y no como el principal, que es el que nos merecemos.
En la sociedad actual, el renombre de algunos individuos, el poder de ciertas instituciones hace que se deje de lado a personas que destacan por méritos propios, pero que por una razón u otra no son relevantes o importantes.
Acudes a reuniones de sociedad y dependiendo de la figura que se encuentre, bien sea famoso, político o simplemente personaje conocido, puedes quedar relevado al segundo plato o incluso al de postre.
Nos movemos en un mundo de apariencias y eso sea quizá lo que hace que las personas actúen frente a otras con prepotencia y poderío, haciendo de menos a los que sencillamente no quieren destacar.
El dinero, o el hacer ver a otros que lo tienen, aunque no sepan donde caerse muertos, es un símbolo de poder. Hace que te veneren y te sitúen en primer plato.
Por desgracia en muchas ocasiones ese resplandor se esfuma y deja a la persona al descubierto
Muy pronto.
Me gusta la gente auténtica, la que te invita a su vida ofreciéndote ser el primer plato, el segundo y el postre, porque de verdad quiere compartir contigo lo mejor de su interior.
A quienes te hacen sentir desplazado les dejo este mensaje:
En la vida todo lo que das te vuelve.
Ofrece los mejores platos a todos los que se crucen por tu camino.