Nuevamente el señor Wert es capaz de sorprenderme. Tras la implantación en la Universidad del llamado Plan Bolonia, que acabó con las licenciaturas de cinco años sustituyéndolas por grados de cuatro años con materias cuatrimestrales, el señor ministro vuelve por sus fueros y ahora los quiere reducir a tres años. Pero con un matiz importante: a esos tres cursos de grado se sumarían posteriormente otros dos en forma de masters. ¿Quién gana con este cambio? Como profesora, pienso que los alumnos no, pues su formación aún será más deficiente, y entonces me resulta que si así puede decirse el único que "gana" es el Estado en forma de incremento de ingresos por gastos de matrícula.
Ya en su momento, al implantar los grados, muchos profesores fuimos conscientes del fracaso del modelo. ¿Qué había detrás de él? En Derecho, por ejemplo, la finalidad de una auténtica formación universitaria debería ser conseguir que el alumno llegara a articular un pensamiento jurídico, de modo que con sus conocimientos interpretara certeramente la ley. Pues bien, como ya advirtieron algunos de nuestros juristas más relevantes (Díez Picazo, Rojo?) tal sistema solo abocaría a la creación de leguleyos, no juristas a la altura de los problemas de este país. Y la práctica de estos años no ha hecho sino confirmar el pronóstico previo.
El despropósito consumado ha querido enmendarlo nuestro ministro Wert no con una enmienda a la totalidad (necesaria) sino con un apaño o remiendo que deteriorará aún más el paño, pues la deficiente preparación actual se multiplica con su "genial" proyecto al reducir la formación inicial, compensándola con dos años más de masters (la antigua duración de las licenciaturas) para alumnos con posibles. El desaguisado completo.
¿No va siendo hora de que en este país nuestro, las cosas se hagan con rigor e inteligencia? ¿No son conscientes nuestros políticos de que nos estamos jugando el futuro con una universidad devaluada, como la que pretenden consolidar? ¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Wert?