En la tarde del domingo 1 de marzo asistí con emoción al pregón que, invitado por la Hermandad Dominicana, leyó el excelente músico y compositor Julián Martínez, hombre afable, humilde y muy querido por amigos y alumnos entre los que me cuento. El acto estuvo amenizado por cuatro bandas de música que anticiparon parte del repertorio que interpretarán en la próxima Semana Santa. Familiares y amigos de estas bandas las siguen con entusiasmo en todas sus actuaciones. Seguramente quedarían sorprendidos y perplejos si escucharan la música compuesta por el pregonero. Precisamente hubiera sido interesante que en este acto se hubiera escuchado algo de su música. Pienso que es una obligación moral de cuantos gestionan los actos culturales de Salamanca, el dar más oportunidades a los salmantinos que en el pasado o en el presente han puesto y ponen su vida al servicio de nuestra cultura musical. Deben reconocer que no siempre lo que viene de fuera es mejor que lo nuestro. Julián Martínez, aunque él nunca se ha dado importancia, pertenece a nuestro patrimonio cultural y merece un más amplio homenaje y una mayor difusión de su música.