OPINIóN
Actualizado 01/03/2015
Boris Rozas

Cuando empiece a caer la tarde sobre la esquina alborotada de la Tiergartenstrasse

nos buscaremos entre el arrulle de los tilos

en el corazón del mausoleo soviético al lado mismo de las piedras continente.

El perfecto chambelán teñido de rojo nos aguardará seguro a las puertas 

y no vamos a perder ni un minuto

en virar a proa este domingo de susurros.

Se avecina tormenta en el ocre de la tarde, retuerce su cabeza el visitante estremecido hacia el fragor que se abre paso 

en la cúpula del Reichstag. Circula ya la tibia lluvia por las venas

de la Unter den Linden mientras el sol en el Mitte

esculpe ráfagas de vida a borbotones.

Se avecina tormenta en el quicio del verano

revienta la noche entre tus gárgolas de historia.

Plegando los brazos espero con impaciencia en el Arkaden,  

mirando ropa cara de tejidos incomibles

sacando tiempo de la cartera, intuyo 

tu tierna sombra rolando entre wifis 

por el cielo de la Alexanderplatz, dibujando historias

con el contorno de la mano que ha escondido

el mañana bajo las sábanas de seda,

entre la dulce propina del ama de llaves

y los pétalos de centaureas azules.

 

Juntando palabras espero con impaciencia

frente al escritorio del Ritz, a que cese la tormenta, 

quiero llevarte a la Potsdamer a cenar algo tandoori 

mientras nos sobrepasan estrellas adolescentes

de ficción 

en su efímero paseo por alfombras que nunca 

languidecen, pose de foto fija, maquillajes,

no van a perder ni un minuto

en virar a proa nuestro domingo de susurros. 

Creo que mañana lunes será el día, 

cogeré la U2, dirección mi juventud, sólo para llegar 

a la misma estación de siempre.  

 

                        Boris Rozas, del libro "Invertebrados",

     I Premio Internacional de Poesía PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR (2014).

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