El día 23 de este mes de febrero se cumplieron 34 años que la democracia quedo inolvidablemente reafirmada por los españoles, aislando una rebelión nacida de un sustantivo error. Hace treinta y cuatro años que los españoles optamos por no volver atrás las páginas de la historia, por mantenernos firmes en el camino hacia la universalidad. No queríamos volver hacia esa historia a la que alguno de forma incesante hacen alusión para atacar o defenderse, según el día.
Hace treinta y cuatro años, a los españoles nos quedó muy claro, que una democracia es más vulnerable que un régimen dictatorial, ya sea con pistolas o con palabras engañosas, también quedó claro que la necesidad de ser libres es más fuerte que cualquier revuelta. Hoy también queremos que queden garantizadas esas libertades, sin discurso hueco y falsas actitudes, sin pajaritos que nos susurren al oído el próximo paso a dar.
Hace treinta y cuatro años, nuestro pueblo no se escondió, confió en el Estado y en el Rey, ese al que después solo se le han visto los errores. ¡ Maldito Alzheimer, generalizado !.
Hace treinta y cuatro años, el mundo entero asistió a un corto de terror al ver encañonados a unos representantes elegidos libremente, vejados, sumidos en la debilidad que provoca el terror, antes con las armas , ahora... Pero no dejamos que e repitiera la historia, no dejamos que se crease otra dicotomía en el pueblo español, y así queremos seguir siendo un solo núcleo, pero buscando la perfección. En este paso los deberes no están muy conseguidos.
Hoy muchos años después el Estado actual y los que esperan a la puerta de entrada, deberían juzgar con serenidad, con justicia, con equidad y no buscar reiteradamente la venganza de cualquier hecho acaecido en tiempo inmemorial.
Hace ya treinta y cuatro años , que tuvimos una invitación histórica para hacer una sociedad mejor, abierta a cualquier tipo de idea o creencia. ¿Qué hemos hecho con ella ? ¿Cómo la hemos utilizado?
Nadie puede negar el daño que para el nombre de España y la dignidad de sus instituciones y habitantes, tienen aquellas imágenes teñidas de verde y acero. Como nadie puede negar el somero ridículo social al que se nos somete cuando de forma impune uno a uno golpea al estado y nos hace portada de informativos mundiales.
Pero como ya hicimos hace treinta y cuatro años, tenemos que tener muy claro que un país, una nación, también está hecho de días de sombra que han de ser asumidos y superados , para así enfrentarse al siguiente reto. Que se tiene que priorizar por una convivencia sana, sino como bien dice el refrán: " a río revuelto ganancia de pescadores".
La justicia no puede borrar nada, la historia lo almacena, pero si puede y debe cerrar capítulos y no dejar abrir otros que se pueden tornar aun en más amargos.