OPINIóN
Actualizado 27/02/2015
María Fuentes (Fotografías: Pablo de la Peña)

El día 23 de este mes de febrero se cumplieron 34 años que la democracia quedo inolvidablemente reafirmada por los españoles, aislando una rebelión nacida de un sustantivo error. Hace treinta y cuatro años que los españoles optamos por no volver atrás las páginas de la historia, por mantenernos firmes en el camino hacia la universalidad. No queríamos volver hacia esa historia a la que alguno de forma incesante hacen alusión para atacar o defenderse, según el día.

Hace treinta y cuatro años, a los españoles nos quedó muy claro, que una democracia es más vulnerable que un régimen dictatorial, ya sea con pistolas o con palabras engañosas, también quedó claro que la necesidad de ser libres es más fuerte que cualquier revuelta. Hoy también queremos que queden garantizadas esas libertades, sin discurso hueco y falsas actitudes, sin pajaritos que nos susurren al oído el próximo paso a dar.

Hace treinta y cuatro años, nuestro pueblo no se escondió, confió en el Estado y en el Rey, ese al que después solo se le han visto los errores. ¡ Maldito Alzheimer, generalizado !.

Hace treinta y cuatro años, el mundo entero asistió a un corto de terror al ver encañonados a unos representantes elegidos libremente, vejados, sumidos en la debilidad que provoca el terror, antes con las armas , ahora... Pero no dejamos que e repitiera la historia, no dejamos que se crease otra dicotomía en el pueblo español, y así queremos seguir siendo un solo núcleo, pero buscando la perfección. En este paso los deberes no están muy conseguidos.

Hoy muchos años después el Estado actual y los que esperan a la puerta de entrada, deberían juzgar con serenidad, con justicia, con equidad y no buscar reiteradamente la venganza de cualquier hecho acaecido en tiempo inmemorial.

Hace ya treinta y cuatro años , que tuvimos una invitación histórica para hacer una sociedad mejor, abierta a cualquier tipo de idea o creencia. ¿Qué hemos hecho con ella ? ¿Cómo la hemos utilizado?

Nadie puede negar el daño que para el nombre de España y la dignidad de sus instituciones y habitantes, tienen aquellas imágenes teñidas de verde y acero. Como nadie puede negar el somero ridículo social al que se nos somete cuando de forma impune uno a uno golpea al estado y nos hace portada de informativos mundiales.

Pero como ya hicimos hace treinta y cuatro años, tenemos que tener muy claro que un país, una nación, también está hecho de días de sombra que han de ser asumidos y superados , para así enfrentarse al siguiente reto. Que se tiene que priorizar  por una convivencia sana, sino como bien dice el refrán: " a río revuelto ganancia de pescadores".

La justicia no puede borrar nada, la historia lo almacena, pero si puede y debe cerrar capítulos y no dejar abrir otros que se pueden tornar aun en más amargos.

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