"Los diez pecados capitales del jefe", de Leo Farache, podría ayudarnos a descubrir virtudes y defectos de nuestros líderes. Analicen a los entrenadores de fútbol de Primera División y traten de enmarcarlos:
- El entrenador no decide, no manda: "Cuando tres marchan juntos, tiene que haber uno que mande". (Proverbio manchú).
- El entrenador manda, pero no lidera: "Para que una persona pueda ser considerada un líder, necesita tener seguidores".
- El entrenador es un prepotente: "Siente placer cuando observa que los demás le tienen temor".
- Oyen pero no escuchan: "Así como hay un arte del bien hablar, hay un arte del bien escuchar". (Epicteto de Frigia).
- El entrenador sin control: "Dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única manera". (Einstein).
- El entrenador es resultadista: Antepone el resultado a hacer bien las cosas. "Al bien hacer, jamás le falta premio" (Cervantes).
- El entrenador no despide a los futbolistas perjudiciales: "Avanza hablando con verdad. Llegarás más cerca de los dioses". (Adaptado de Buda).
- El entrenador no piensa primero en los aficionados: "Las personas no trabajan para la empresa, trabajan para otras personas".
- El entrenador tiene miedo y divide: "Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar". (Paulo Coelho).
- El entrenador es injusto: "Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria". (Gandhi).
¿Es Vd., consciente, señor entrenador, de que el rendimiento y la vida de los futbolistas que le rodean pueden ser diferentes? Muchos no asumen esta responsabilidad? Y la del entrenador es pensar en cómo mejorar las condiciones para que el talento de sus jugadores se maximice?