"Pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos" (Hch 10,38b)
Este domingo hace cinco años que te fuiste y a pesar de que dicen que el tiempo lo cura todo yo no he podido llenar el vacío que me causó tu pérdida ni te he encontrado "sustituto" (no creo que eso sea posible). Lamento no haber sido capaz de reunir antes el valor de regalarte públicamente estas líneas, pero tú sabes lo mucho que mi corazón te echa de menos. Salmantino de pura cepa, nacido en la misma Plaza Mayor, espero que te lleguen estas líneas. En mi recuerdo y en mi fe vives y por eso sigo escribiéndote y hablándote en presente.
Mucha gente se ha acercado a decirme cuán importante has sido en sus vidas, cuánto les has ayudado, animado, sanado? no sabes cuánto significa eso para mí, la certeza de que corre por mis venas sangre buena y honrada que la gente respeta y ama, y la envidia que me dan a veces quienes pudieron disfrutarte (como amigo, como compañero, como médico, como familia) más tiempo que yo.
En una entrevista que te hicieron para Salamanca Médica (Número 36 Diciembre 09 ? Febrero 2010; páginas 6 a 10) estando yo allí dijiste que serán "nuestros amigos e hijos quienes nos juzgarán en el futuro". No creo que tenga yo derecho a juzgar a nadie, pero a razón de lo que he visto, oído y vivido en estos últimos años, de los ecos que me han llegado sobre ti, las muestras de afecto? eres una persona maravillosa. Para mí eres ejemplo de vida, modelo de respeto, de apertura, de tolerancia, de amor, de libertad? de humanidad. Quisiera poder parecerme a ti en el respeto y el cariño de tu trato a los demás y, especialmente, a los más débiles, a los enfermos; en la tolerancia y la apertura de tu espíritu, esa que permite seguir aprendiendo, teniendo el alma joven y recibiendo, de la vida, lo bueno de cada instante; de tu modo respetuoso de amar, de acoger íntegramente a cada uno tal y como es; de tu libertad? Esa libertad interior que tanto cuesta conseguir y que tú tienes y que te hace ser en plenitud. Quisiera también aprender de tu capacidad de perdonar y antes de irte me dejaste el mejor testimonio de lo que eso significa. El perdón no es siempre una piruleta dulce de esas que algunos intentan vender en algunas iglesias. Perdonar a veces duele y mucho (sobre todo si la herida "tiene callo"), pero también libera.
Pescador de cordura? en una sociedad que tanto la necesita de hombres buenos como tú. Pero discrepo en una cosa que dijiste en la mencionada entrevista: "no creo que yo tenga ninguna trascendencia, ni que tenga misión espectacular que cumplir o que aspire a ella" para mí la tuviste, la tienes y la tendrás siempre porque eres mi abuelo y mi modelo y mi ejemplo... y te quiero y te querré siempre. GRACIAS.