OPINIóN
Actualizado 18/02/2015
Elías Fraile

Hemos llegado aquí, o mejor dicho, hemos parado a repostar. A coger fuerzas para lo que viene, porque lo que viene es el resto de un viaje que ya empezó. Y no sé si atreverme a decir, que ya hemos conocido algunos escombrosos caminos, y carreteras con la niebla rozando a ras del suelo, y que más de una vez hemos derrapado de maneras vertiginosas. Incluso los atajos nos han hecho ir más despacio, por ser más estrechos, y más retorcidos. Lo que hasta ahora se ha mantenido intacto a nuestras espaldas es aquello que aún no hemos perdido por el camino, queriendo o sin querer.  Eso que llevamos atado y no tan atado en los tobillos, lo que ha marcado un antes y un después, lo que nos ha atravesado de arriba abajo y tenemos tatuado por dentro. Esas cosas que nos han hecho ser como somos, o en cierta medida, lo que hemos dejado que nos hagan ser. Hoy es un buen día para darse cuenta de que crecer no sólo es pasar de curso, salir a las tantas de la noche, empezar a verse diferente en el espejo, o que te digan que cuánto has cambiado, crecer también es miedo, es duda y es dar pasos a ciegas. Muchos nos mirarán con cara de 'no tiene ni idea de lo que le espera' y será cierto, no lo sabemos, pero reconocerlo nos vuelve menos cobardes. Y con las manos llenas de barro y un futuro que cada vez parece más distorsionado, aún creemos en nosotros, y en plural. Cuando digo nosotros digo en los demás, porque a veces solo hace falta que alguien te diga que puedes para que puedas. Y poder, querer y saber deberían ir en la misma frase. Hay miles de cosas que nadie nos enseñó ni nos enseñará  jamás, ni en el colegio, ni en casa, ni en el parque de abajo, y seguramente es lo más grande que tenemos. La huella que han dejado los momentos en los que la lección más dura nos la dábamos a nosotros mismos, cuando solos y sin que nadie lo supiese hemos pensado 'el miedo me acaba de dar la mano muy fuerte' Es ahí cuando crecimos, y no un centímetro de altura. Es entonces cuando la vida nos dijo que del miedo no se huye, pues si no te perseguirá constantemente y no podrás ni respirar. Es mejor mirarle a los ojos y sonreír, porque ni contigo ni sin ti. Al fin y al cabo, el miedo es un preludio, lo que vendrá después ni él lo sabe. Por muchas rutas que nos indique el destino no sabemos cuando vamos a necesitar el mapa, y aún así, a veces nos gusta perdernos. Quién sabe lo que pasará cuando nos volvamos a encontar a nosotros mismos, si nos reconoceremos o no, o si nos diremos 'te he echado de menos pero es tarde'. A lo mejor lo que queremos está hecho para bifurcarse algún dia, en el que tener que elegir será inevitable, al igual que desconocer para siempre lo que nos habría deparado la otra opción. O quizá no, quizá es que buscamos demasiadas direcciones y no nos fijamos en las señales. Porque un retrovisor no salva vidas, pero girar el volante a tiempo puede que sí. Cuando más cansados estemos, más habrá que abrir los ojos.

En viajes como este  la próxima parada puede cambiarlo todo...

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