OPINIóN
Actualizado 12/02/2015
Adolfo Prieto Palomares

A veces me pregunto si los futbolistas profesionales, verdaderamente alcanzan a darse cuenta de la enorme influencia que pueden tener sobre los niños. Yo, sinceramente, creo que no tienen la más remota idea, o por lo menos, no en toda su extensión.

Serán conscientes de que se han convertido en ídolos de masas por la venta de camisetas, cromos, botas y demás, que todos los niños, y no tan niños, compran cargados de ilusión, serán conscientes por la algarabía que se monta alrededor de ellos para pedirles autógrafos o para sacarse una foto a su lado, por las pasiones que levantan a su llegada al aeropuerto o al hotel. Pero en otros aspectos, no llegan a caer.

Los niños quieren ser como sus ídolos, desean parecerse a ellos, les imitan en todo, tanto en lo bueno como en lo malo. Y es en este último apartado, donde los profesionales del fútbol dan a entender que no conocen el poder que su fama puede llegar a influenciar en los niños.

Quizás, si de verdad se dieran cuenta que ellos son el espejo donde esos niños se miran hoy, percibirían los verdaderos valores que pueden inculcar a los futbolistas del mañana.

Creo que no hace falta decir todo aquello que los jugadores profesionales, las estrellas, no deben dejar que los niños vean, convirtiéndose así en otro de los muchos escalones educativos que el niño necesita en el proceso evolutivo del aprendizaje del futbol.

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