OPINIóN
Actualizado 10/02/2015
Cipriano Pablos

El progreso hacia la más absoluta miseria y la más que evidente ausencia de libertades, de derechos y de democracia, en suma, que asola Venezuela, es algo que ya nadie duda, salvo esos paladines defensores de no se sabe qué.  La pujanza que tuvo y debió mantener un país con recursos petrolíferos y turísticos, la fueron dinamitando los diferentes gobiernos de "progreso", hasta llegar al Chavismo que remató la faena con proclamas populistas, que poco tenían que ver con la realidad totalitaria y de miseria que  viene soportando este noble pueblo.

  La querida Grecia, con un proceso similar al Venezolano, está iniciando un camino que no parece distanciarse de la ruta marcada allende los mares. Una cosa es predicar y otra dar trigo, como dice el vulgo. Tanto catedrático metido a ministro sin corbata y con mochila veremos qué soluciones aportan a esta situación límite. Y todo apunta a que de lo malo pasarán a lo peor.

 Y a esto, si nos damos cuenta, es a lo que llevan los gobiernos llamados de progreso, los que piensan en el pueblo, en el pobre, los que no roban, los que todo lo hacen honestamente, por puro espíritu de servicio a los ciudadanos. ¡Joder! Pues menos mal, porque si no?.

No tienen los curriculums limpios, lo estamos viendo, ni los de fuera, ni los de dentro. No son mejores que los demás, no son ejemplares, como pregonan. Y sobre todo, no son demócratas, o tan demócratas como cabría esperar. Se les llena la boca de frases llamativas, manejan la propaganda como nadie, pero por sus obras los vamos conociendo. Atractivos en el hablar, nefastos en el hacer.

 Los españoles deberíamos ir tomando nota, si no queremos retroceder más de los retrocedido en estos años. Estamos a tiempo de escarmentar en cabeza ajena.

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