OPINIóN
Actualizado 09/02/2015
Francisco Iglesias

Lo que ha permanecido durante años desaparece en segundos, o en unos pocos días, el escrito de hoy está inspirado en lo que queda del edificio de la rotonda de Capuchinos, la foto la tomé ayer, pero si usted pasa hoy no podrá tomar la misma foto, porque y

Mañana será un día parecido al de hoy, pero no igual, sólo será especial para unos pocos como el de hoy, cada hora, cada segundo, cada minuto que pasa hace que todo cambie, aunque todo se parezca mucho al estado anterior, o eso es lo que nos gusta creer.

Lo que ha permanecido durante años desaparece en segundos, o en unos pocos días, el escrito de hoy está inspirado en lo que queda del edificio de la rotonda de Capuchinos, ha estado ahí, enorme, solitario, inmóvil, desde que yo conozco Salamanca y en unos días será un solar, que dará paso a otros edificios, el final de algo unido una vez más al principio de otra cosa.

La foto la tomé ayer, pero si usted pasa hoy no podrá tomar la misma foto, porque ya nada es igual que ayer, aunque se parezca mucho.

Algo tan grande, tan rutinariamente presente desaparece en poco tiempo y en sólo unos días volveremos a crear un nuevo paisaje al que acostumbrar nuestros ojos, una nueva rutina imaginaria que nos hace creer que nada cambia.

Lo estable no es tan real como desearíamos, sino más bien un mecanismo de nuestra mente para sentirnos seguros en un mundo en cambio constante.

Así como ocurre con el edificio, así ocurre en nuestra vida, incluso cuando alguien o algo ha sido importante, grande para nosotros, y deja de estar, nos creamos una rutina nueva con su recuerdo como compensación de su ausencia, recuerdo que va cambiando con el paso del tiempo y nos ayuda a superar el cambio.

?y usted ¿es de los que piensan que nada cambia?

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