El procedimiento permite reducir la mortalidad y el riesgo de secuelas en los bebés que sufren un déficit de oxígeno o riego sanguíneo antes o durante el parto
Hace unas semanas, el Hospital Universitario de Salamanca aplicó por primera vez -y con éxito- la hipotermia terapéutica neonatal, una técnica largamente demandada por el equipo de Neonatología y que permite reducir el riesgo de mortalidad y/o de graves secuelas e incapacidades que pueden presentar los bebés que padecen 'sufrimiento fetal' antes o durante el parto. Lo cierto es que, aunque actualmente ya no se utiliza esta expresión -lo correcto es decir "pérdida de bienestar fetal", es una de las que más atemorizan a los padres que aguardan impacientes la llegada de su hijo.
"A veces, en los aledaños del parto se produce un evento hipóxico-isquémico, generalmente por un déficit de oxigenación o por una alteración de los flujos sanguíneos del bebé. Estos sucesos pueden estar relacionados con problemas concretos, como un desprendimiento agudo de placenta, un nudo verdadero de cordón, un parto traumático o con algunas patologías maternas -hipertensión, preeclampsia, etc-; en ocasiones, durante la monitorización se sospecha que existe una pérdida de bienestar fetal, y entonces se realiza una cesárea, pero otras veces los accidentes son muy bruscos, y aunque se efectúe una intervención rápida, el daño existe". Así lo explican las doctoras Teresa Carbajosa, jefa de sección de Neonatología y Elena Pilar Gutiérrez, médico adjunto de la unidad, quienes reconocen que, por mucho que se controle una gestación, "puede ocurrir en el último momento un suceso que complique un embarazo o un parto de curso normal".
Daño neurológico
Estos eventos hipóxico-isquémicos -que afectan a entre 1,5 y 2 bebés de cada 1.000 recién nacidos vivos- "producen una afectación generalizada del feto" capaz de lesionar órganos como los pulmones, el corazón o el hígado, entre otros, pero una de sus consecuencias más graves es la aparición de un daño neurológico que puede provocar la muerte del bebé o generar afectaciones neurológicas muy severas, entre ellas la parálisis cerebral. "Cuando aparece un suceso de este tipo el metabolismo del cerebro sufre numerosas alteraciones, en los aminoácidos excitatorios (que actúan como neurotransmisores), en el metabolismo del calcio..., lo que va a generar una lesión en las neuronas. Si no lo tratamos, el daño irá a más, porque al re-oxigenarse y re-perfundirse el feto, todas esas alteraciones empeoran, de forma que la consecuencia entonces es, no ya el sufrimiento de las neuronas, sino la muerte de las neuronas", destacan las especialistas.
Es en este momento donde cobra una importancia capital la técnica de hipotermia neonatal, que se utiliza en los casos de encefalopatía hipóxico-isquémica moderada o severa, y que se basa en las propiedades neuroprotectoras del enfriamiento controlado del recién nacido. "Existe lo que llamamos un periodo de ventana terapéutica en el que, si conseguimos reducir el metabolismo del sistema nervioso central (SNC), es posible que disminuyan o desaparezcan esas alteraciones, porque el enfriamiento cerebral frena esa cascada de reacciones y palía las consecuencias que pueden llegar a desencadenar", apuntan las doctoras Carbajosa y Gutiérrez.
Estrecha vigilancia en Cuidados Intensivos
Así, cuando un recién nacido resulta afectado, "durante las primeras horas" se lleva a cabo un seguimiento estrecho que incluye la vigilancia de aspectos como la capacidad de despertar, el tono o la aparición de convulsiones y la monitorización de la función cerebral por si aparecen patrones alterados. Si se observa una encefalopatía moderada o grave, se inicia el tratamiento con hipotermia, para lo cual el bebé permanece envuelto durante 72 horas en una especie de traje "por el que pasa un flujo continuo de agua que es enfriada por un generador con un servocontrol para mantener la temperatura a 33,5 grados centígrados", medida por vía rectal o esofágica.
Durante ese tiempo, el recién nacido es sedado para evitar "la sensación de disconfort" y es monitorizado y controlado en Cuidados Intensivos, donde un médico y una enfermera siguen su evolución prácticamente con dedicación exclusiva, dada su delicada situación y la existencia de algunos riesgos asociados a la hipotermia, como la aparición de trastornos hemodinámicos. Como resaltan las doctoras Carbajosa y Gutiérrez, es fundamental que el procedimiento se inicie en las seis primeras horas tras el nacimiento. De ahí el interés y la insistencia del equipo de Neonatología por conseguir que la técnica se incorporara a las prestaciones del complejo asistencial salmantino. "Al principio trasladábamos a los bebés afectados a Madrid, y posteriormente al Hospital Río Hortega de Valladolid, pero es un avance fundamental que la tengamos aquí, porque cuanto antes se aplique, mejor", sostiene la jefa de sección de la unidad.
Una evolución positiva
Ya en abril del pasado año, poco después de que el aparato llegara al centro salmantino tras una inversión de apenas 21.000 euros, el doctor Félix Lorente, jefe del servicio de Pediatría, consideraba que no disponer de este procedimiento "no encajaba con una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales de referencia regional, como la de Salamanca, que fue la primera de Castilla y León".
Hace unas semanas, la hipotermia neonatal se utilizó por primera vez en el Hospital Universitario con resultados satisfactorios. La bebé ha mostrado "una evolución satisfactoria" y "parece que no presenta lesiones neurológicas importantes o un déficit motor grave", si bien a estos niños "hay que hacerles un seguimiento hasta la edad de escolarización para comprobar si existen o no deterioros menores".
Según subrayan las neonatólogas, la eficacia de esta técnica tiene "el mayor nivel de evidencia científica" en pacientes con encefalopatía hipóxico-isquémica moderada o grave -se está estudiando sus posibles beneficios en casos leves-, y los datos disponibles indican que su utilización mejora claramente el pronóstico "en uno de cada seis u ocho bebés tratados con ella", una proporción que consideran importante las especialistas del Complejo Asistencial de Salamanca, quienes añaden que, lógicamente, la evolución de las encefalopatías moderadas es "mucho mejor" que la de las severas.
El pasado año, el Hospital Universitario de Salamanca registró ocho encefalopatías hipóxico-isquémicas, de las cuales seis fueron leves y dos moderadas, que fueron las que entraron en tratamiento con hipotermia neonatal, una en Valladolid y otra ya en el complejo salmantino, que actuará como centro de referencia para los niños nacidos en el Hospital de la Santísima Trinidad, en Zamora y en Ávila.