OPINIóN
Actualizado 06/02/2015
Estefanía Rodero Sanz

Los sueños hay que empujarlos. Lo dijo Pablo Iglesias en Sol este 31 de enero ante una de las mayores manifestaciones democráticas que ha vivido nuestro país. A mi alrededor no se podía dar ni un paso. Una niña a hombros de su padre nos miraba perpleja mientras sabíamos que es por ella y por quienes vienen detrás por los que estamos creando un país distinto. Doscientos salmantinos y salmantinas allí, entre Preciados y la Puerta del Sol, guardándose la emoción a veces, a veces compartiendo gestos cómplices de quienes saben que el cambio es ya una realidad imparable.

Hay pocas cosas tan poderosas como un SÍ pleno. Acostumbradas y acostumbrados como estamos a reaccionar, hemos decidido ahora tomar la iniciativa, dar un paso al frente desde la certeza de ser capaces de convertir el dolor en acción política. De pie allí, llenando las plazas por todo lo que construye la vida digna, nos concentramos por la educación, por la sanidad, la inclusión, el arraigo, el trabajo, la cultura, por el derecho a la alegría.

Nada hay más emocionante que ver cómo se desborda la resignación, cómo deja de tener sentido y como castellano-leoneses construimos también una alternativa a los treinta años de gobierno monocolor del Partido Popular que han llevado a nuestra comunidad a niveles de exilio juvenil y despoblación que ponen en riesgo el futuro de nuestra tierra. También en La Marcha del Cambio del 31 tuvimos presente la situación de nuestros pueblos, la necesidad de apostar por un mundo rural vivo.

Por eso, días después, aún seguimos saboreando lo vivido, dejando que repose y nos dé fuerzas para este intenso año 2015. A todos los salmantinos y salmantinas que nos acompañaron, que cuidaron y contagiaron su ilusión y su alegría, a las familias que llenaron los autobuses, a quienes sostuvieron pancartas o simplemente vibraron al escuchar que la lucha es por la vida, GRACIAS.

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