OPINIóN
Actualizado 05/02/2015
Alberto López Herrero

Hay obras en la ciudad que resultan auténticos quebraderos de cabeza para los ciudadanos por los trastornos que causan y el retraso que siempre tienen, y otras que lo pueden ser para el Ayuntamiento por los problemas que ocasionan una vez terminadas.

Entre un punto y otro siempre está el veredicto de los ciudadanos cuando finalizan, y éste va desde la belleza al horror, desde la crítica por el exceso de granito hasta el aplauso por apostar por lo diáfano? vamos, que nunca es más cierto aquello de que para gustos los colores, aunque hay obras que ni pintándolas consiguen un respaldo mayoritario.

Está muy bien que el protagonismo lo tenga el peatón sobre el vehículo y que se quieran eliminar las barreras arquitectónicas, pero cuando se antepone la estética a la utilidad o se busca un modelo de ciudad sin racionalidad y sin tener en cuenta a los ciudadanos, el desaguisado está conseguido.

En la plaza de Santa Eulalia, por ejemplo, aunque también en otras zonas de la ciudad como la plaza del Ángel, se ha realizado una curiosa remodelación: la acera se confunde con la calzada por ser del mismo material y con un mínimo desnivel -y no digamos cuando está mojada-, así que, igual que los coches aparcan en las aceras y los municipales lo tienen más fácil para multar, los peatones -especialmente los mayores-, un día sí y otro también acaban por los suelos por traspiés inesperados en los ridículos bordillos.

En unos casos son simples magulladuras por el golpe y un buen susto, en otros, brechas y heridas que necesitan puntos de sutura y suponen un buen disgusto, y en algunos hasta hay roturas de cadera o de muñeca y entonces ya no es ni un susto ni un disgusto, sino algo más grave.

Entonces, igual que es el profesor el que tiene un problema si en una asignatura no aprueba la mayoría de los alumnos, si a diario son varios los transeúntes mayores que tropiezan y caen por el mismo motivo, la remodelación no cumplirá con el objetivo de mejorar la vida de los ciudadanos y el Ayuntamiento debería enmendarlo.

Hace 14 años recuerdo que dejaron unos bordillos tan altos y angulosos en la zona de Vialia que rajaban las ruedas de los coches que al aparcar se topaban con el afilado muro. Los ángulos se redondearon y asunto solucionado.

En este caso, para empezar, se puede hacer una encuesta por los comercios y bares de la zona, que relatarán las caídas que contemplan a diario y las consecuencias que tienen, o preguntar a los servicios sanitarios por las llamadas que reciben por este motivo.

Creo que costaría menos enmendar ahora, en tiempo de garantía, lo que se ha convertido en un grave inconveniente, que tener que pagar después indemnizaciones a todos los que reclamen daños? aunque sólo sea por simple sentido común y tal y como están las arcas municipales.

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