OPINIóN
Actualizado 04/02/2015
Elías Fraile

Si la gente está harta lo que mejor suena es salir a la calle a pegar cuatro voces, romper algún contenedor a modo de protesta, o subirse a una farola con aire de mesías moderno a soltar cuatro frases bien hechas que le recuerden a uno la película de Braveheart. La parte más importante viene después, porque un hecho no puede ser un hecho si no sale expuesto en la próxima noticia, si no es valorado, debatido y re-batido. Las injusticias en portada que se vean bien. Y sobre todo que se reivindique algo, lo que sea pero que choque y confunda, y haga tener ganas de reivindicar otra cosa. Sería tranquilizador que quien se manifieste lo haga sabiendo de antemano porqué lo hace y para qué, pero en particular, para quién, puesto que siempre hay un quién. No sirve de nada conocer las causas y no las consecuencias de lo que decimos o hacemos. Y cómo nos vamos a proteger de eso, del continuo aturullamiento de rebeliones y gritos al vacío de gente molesta. Aquella que no para de atrofiar aún más nuestra visión del mundo, y no deja espacio para el silencio de las ideas de verdad, las que podrían cambiarlo si escuchar fuese tan fácil como abrir la boca. Deberíamos recordarnos y recordarles que para construir buenos muros hay que ir ladrillo a ladrillo, cimiento por cimiento, pero en tierra firme y con cemento que pegue.

Perder la capacidad de juicio es extraviarse en una dirección teledirigida y condicionada por un mando que sube y baja el volumen a su gusto. La prefabricación de mentes malformadas que buscan el dinero y su propio beneficio en todos los huecos ajenos no es otra que la de 'lo importante es ganar' 'o pisas o te pisan' 'divide y vencerás' o 'los fuertes los mejores'?Educarnos para ser mejores que los demás y no mejores que nosotros mismos sigue siendo un dilema muy grande, y uno de los mayores fracasos viendo los resultados. Arrasar por encima de cualquiera para llegar más alto si es necesario, tiende a convertirse en conflicto. Conflicto de valores, de intereses, de ideales, continuo conflicto. En casa unos principios, en la calle otros, y en la escuela y en el trabajo los que nos digan. Cada vez más dispares y contradictorios.

¿Somos víctimas o responsables? Todavía podemos decir que las dos, y que las dos son necesarias al mismo tiempo. Pero tanto mirar a gran escala nos vuelve ciegos. Hay que empezar a preocuparse por lo que sí está en nuestra mano cambiar, no solo en nuestra casa, también en las personas que nos rodean cada día en la calle, en la escuela y en el trabajo. Quizás actuar consista en pequeños esfuerzos, en no dejarnos guiar por los que quieren arreglarlo a trompicones.

'La verdadera solidaridad queda destruida por el arte político de lanzar a uno contra otro y el arte comercial de valorar a todos los hombres por un precio' Thomas Merton

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