OPINIóN
Actualizado 03/02/2015
Francisco Delgado

Al recién llegado todavía le resonaba la frase de "soñamos pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños", que el líder del partido había repetido en su discurso esa mañana varias veces. ¿Por qué era tan importante esta frase en la totalidad del discurso? ¿Para explicar que no se trata de hacer  como los niños que sueñan o fantasean, pero no se toman en serio lo que desean? Pues los sueños, diurnos (ensoñaciones) o nocturnos, tienen una misma característica común: son expresión de los deseos del soñante. Lo descubrió Freud hace ya más de un siglo.

            Si uno no puede soñar con algo que no tiene, es imposible que lo pueda conseguir. Pero uno puede soñar y no responsabilizarse de sus sueños, porque  quizás no cree en sí mismo. La clave, pues, del asunto es tomar en serio las fantasías o sueños.

            "Hacen falta  quijotes en España", siguió el líder. Una frase, como mínimo, bien original. Pues de siempre hemos escuchado la frase o consejo de "no seas un quijote", con desprecio y sinónimo de idealista soñador. Siempre nos ha parecido más seguro apostar por Sancho Panza, que quizás no fuera muy inteligente, pero tenía los pies bien puestos en la tierra, al menos en lo que concierne a sus propias necesidades. Le sonó muy bien al recién llegado la idea de reivindicar al querido y justiciero Don Quijote. Algún periódico de derechas al día siguiente de la manifestación  sacó la frase  en la portada en plan de burla; "algunos miles de quijotes en la Puerta del Sol". Ellos no reconocen al Ingenioso Hidalgo como formando parte de nuestra identidad nacional, como Don Juan,  la Celestina o Lázaro de Tormes.

            También le sonó muy bien al recién llegado el rechazar la asimilación de nuestras características más profundas y valiosas con "la marca España", tan repetida por el gobierno. Como si hasta el alma se pudiera vender. Se empieza designando lo español como "marca" y se termina vendiendo España, a trocitos, por territorios, por concesiones a otros poderes fuera de nuestra patria; como está ocurriendo. Como dice mi vecino: "primero destruyen la ciencia, luego los árboles, luego el arte".

            Los aires de la clara mañana madrileña del sábado pasado llevaron lejos, a través de todo el territorio nacional, una canción en cuya letra se comienza quizás a pergeñar un himno nacional, en el que ya se reconoce una parte de un todo, aún por hacer: "ahora es el momento- todo cambia- democracia- la gente?"  

  Los que nos han precedido en la lucha de siglos por la justicia y la libertad, estaban  presentes esa mañana en la Puerta del Sol "y también en nuestro ADN".

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