OPINIóN
Actualizado 30/01/2015
Natividad Cabezas García

Seguramente a muchas personas cuando lean este artículo le vengan a la mente mil y un recuerdo de sus abuelas.

Quiero hacer un homenaje a todo el legado que ellas  nos han dejado.

Ser abuela es un estatus muy alto y no sé si bien reconocido en vida. Yo guardo un gran recuerdo de las mías. A nivel afectivo me dieron tanto amor y cariño que nunca podré agradecérselo lo suficiente, quizá estas líneas sirvan en parte para pagar esa deuda.

A mi mente llegan recuerdos de sus palabras, de las canciones que me tarareaban, de las historias y cuentos que narraban y sobre todo los consejos que me han acompañado durante mi vida y que en infinidad de ocasiones he aplicado, logrando mucho éxito en mis hazañas.

Sin embargo es la gastronomía uno de esos mejores recuerdos. Revivo el olor a fogones y los sabores de las comidas deliciosas que me preparaban, sobre todo los postres. Eran verdaderas artistas. Ingredientes tan sencillos como pan duro de varios días, huevos, leche, azúcar y un poco de canela, lo transformaban en una deliciosa tortilla de leche. ¡Qué buena!

También estaban las natillas, los flanes, el arroz con leche, las torrijas y una infinidad de dulces que se horneaban  en el horno de la panadería del pueblo antes de las fiestas, como: madalenas, mantecados, empiñonadas, perronilllas o el tradicional bollo maimón que no faltaba en ninguna casa para deleitar a los invitados.

Sólo de recordar estos manjares se me hace la boca agua.

He de reconocer que cuando quiero agasajar en alguna comida, recurro a estos sencillos, pero a la vez excelentes postres y el éxito está asegurado.

Como madre me he empeñado en transmitir a mi hijo la devoción por sus abuelas, que aprenda a apreciar sus virtudes, habilidades y destrezas, pero lo más importante que las respete y las quiera porque son una parte muy importante en su formación  y transmisión de valores, que aplicará ,como hago yo, a lo largo de su vida.

Las abuelas miman a sus nietos y no tienen la responsabilidad de la educación, que recae sobre los padres. Por tanto es obligación de los nietos valorar y amar a las ABUELAS como se merecen.

 

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