OPINIóN
Actualizado 25/01/2015
Aniano Gago

Desde el próximo miércoles 28, hasta el domingo día 1 de febrero, se celebra en IFEMA, Madrid, la 35 edición de FITUR, la Feria Internacional de Turismo que año tras año supone una cita ineludible para este sector tan vital para nuestra economía. Allí se concentran en torno a 200.000 personas, más de la mitad profesionales de 165 países. Esas cifras ya dicen mucho de lo que realmente se mueve en este encuentro.


               De las 34 ediciones anteriores he asistido a 30. Lo hice en la primera edición y aquello me pareció lo que realmente es: un paisaje maravilloso, natural y urbano, lleno de colores, de creatividad y de emoción. Todo eso es lo que allí se encuentra, sobre todo emoción, que es el resultado final de los esfuerzos de un sector crucial para muchísimos países y regiones. Emoción, que es el vehículo con el que todos pretenden atraer turistas. Por la emoción se relaciona uno con los amigos, por la emoción se enamora uno, por emoción se viaja, por emoción.


                 Y para conseguir emoción nada mejor que enseñar los más sorprendentes paisajes, dar a conocer gastronomías únicas y  valorar la fuerza del patrimonio. FITUR, por eso, es un ir y venir de gentes entre pabellones, stands, pasillos y escenarios. Gentes vestidas con los trajes típicos de sus tierras, azafatas de las grandes compañías aéreas luciendo su elegancia, fotografías deslumbrantes. Y todo el mundo pegado al teléfono móvil. Videos por todos lo lados, músicas sugerentes y mil formas de reclamos culturales y folklóricos. Todo eso, y mucho más, es FITUR.


                 Castilla y León, como siempre, tendrá su pabellón en el dedicado a las comunidades autónomas. Unos años este pabellón gusta más y otras menos, como es lógico. No siempre se acierta y no es lo mismo un gran presupuesto que otro de andar por casa. Es, en cualquier caso, una cita obligada. En este pabellón estarán representadas todas las provincias, con sus mejores galas y ofertas. ¿Suficiente?, posiblemente, como siempre, no, porque es imposible. Castilla y León tiene tanto que necesitaría, como Andalucía, un pabellón para ella sola. Pero Castilla y León no dispone del presupuesto de Andalucía, ni tiene 9 millones de habitantes ( casi una cuarta parte) aunque en monumentos, en concreto, en patrimonio supera a Andalucía y al resto de España junta. Le falta el mar, eso también, pero anda sobrada de ríos, montañas, lagos y embalses. Este año su gran oferta cultural se centrará en Las Edades el Hombre y en el V Centenario de Santa Teresa de Jesús donde Salamanca tendrá un protagonismo especial con Alba de Tormes.  


                    Al margen de proyectos concretos, luces y sombras, éxitos y algún fracaso, a lo largo de las ediciones anteriores donde participó Castilla y León, lo que ahora importa es seguir pidiéndole a los responsables, como a la consejera de Cultura y Turismo, Alicia García, que le pongan mucha emoción a todo. Y para eso se necesita entusiasmo y creatividad, originalidad y novedad. Y mirar mucho la promoción en el exterior, mimar a la prensa especializada de fuera de nuestras fronteras, para que se hable y se escriba de aquí en otros lares.
           

          También todos los responsables de turismo provincial y local deben darle a la imaginación y no centrar las presentaciones en actos políticos con el único objetivo de hacerse la foto para salir en el periódico local o la televisión de la zona. Cada vez que veo "el día de?., Zamora, o de la provincia, o de Segovia, o de?", y todos los que allí escuchan al presidente o el alcalde de turno sean los de la tierra, o conmilitones aferrados a carguillos, me dan ganas de enfadarme. Ya no lo hago porque he perdido esa facultad. Lo que no quita que insista en que se busquen nuevas fórmulas para dar a conocer el turismo a los de fuera, no a los de casa, que estos ya conocen qué se pajarea en su casa. Que aprendan de la Diputación de Valladolid que hace tiempo puso en marcha la firma convenios con otras diputaciones para que los niños de Valladolid visiten Salamanca, por ejemplo, y los de Salamanca hagan lo propio en Valladolid. Se necesita salir del campanario, darle aire lejano a lo cercano, no mirarse el ombligo si no enseñarlo fuera.
             

           Se ha hecho mucho por nuestro turismo, y tenemos, por ejemplo, una red de casas rurales envidiable, y se han restaurado monumentos que nunca imaginamos hacerlo, y tenemos una gastronomía y una industria agroalimentaria de primera magnitud. Nuestras comunicaciones necesitan mejoras, pero no están nada mal en su conjunto. No obstante, hay que seguir avanzando porque nos va en ello una buena parte del PIB nacional y regional.
              

           España este año ha recibido 63 millones de personas. El éxito es algo evidente. Pero todos debemos arrimar el hombro para seguir mejorando y creando un país que siga atrayendo a turistas que dejen sus buenas divisas. El sector lo necesitamos, como se ha demostrado durante la crisis, portándose muy bien, aunque haya habido cierre de bares y restaurantes y muchos hoteles estén sufriendo lo indecible para mantenerse abiertos. Hasta tuvimos que cerrar algunos meses los paradores nacionales.


                         Pero estamos en el buen camino y hay que ser optimistas. A los hechos globales nos remitimos. Aunque una mirada a lo que hacen otros, como los catalanes por ejemplo, siempre en vanguardia, bien nos vendrá. Barcelona está atestada todo el año de turistas. No sólo por los efectos de los JJ.OO. del 92, y lo bella que es,y lo bien que se come, si no porque saben explotar la emoción, provoca emoción. Y eso es un marchamo que siempre triunfa. Veré este año con especial atención el pabellón catalán. A ver qué me sugiere. Seguro que muchas cosas, pero sobre todo, emoción. Pues eso.
               

 

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