OPINIóN
Actualizado 25/01/2015
@santiriesco

 

Nunca he creído en casualidades. Qué le voy a hacer. Siempre he sido más de buscar explicación a los sucesos que coinciden, encajan, se solapan y cruzan en un momento y un lugar donde no tocarían. Y de ver en esto un mensaje de Dios. Y aunque casi nunca logro descifrarlo, me tranquiliza saber que estoy conectado con Él. Así transformo el desasosiego de la casualidad en auténtica paz de la providencia. Y ahora, si te parece, llámame tonto, so envidioso.

 

Pues bien. De un tiempo a esta parte se han cruzado las psicologías en mi camino. Muchas. Y muy cerca. Se podría explicar fácil porque tres de mis amigos se dedican a ello y un cuarto, que se licenció en la cosa, acaba de irse a Filipinas como cooperante. Pero es que son demasiadas casualidades. En las que no creo, ya digo.

 

Resulta que después de muchas enfermedades reales y males varios, después de visitar al médico con frecuencia inusitada, pedir segundas opiniones y arrastrar mis dolores de cuarentón desde la salida del sol hasta el ocaso. Bien, pues resulta que los que a pesar de conocerme bien, me siguen queriendo, me dijeron que me pusiera en manos de un profesional de las emociones, los pensamientos y las trascendencias. De esto va a hacer ya un año. Y aunque sé que no os interesa, me está yendo genial. Dicho queda.

 

Como cada siempre que suceden estos casi nuncas, fue empezar la terapia y enterarme de que una de mis hermanas también estaba en lo mismo. Y mi cuñada. Y otra cuñada. Vamos que nos podíamos haber sacado el carné descuento del PsicólogoFamily. Al poco, uno de estos tres amigos de la psiqué  me dice que se monta por su cuenta y que si le puedo ayudar con el plan de comunicación. Casi al mismo tiempo otro de estos lazarillos del autoconocimiento me suelta que se va a vivir con una rusa a Perú. Y mi compañero de curro, que se entera de mi terapia semanal, me avisa de que la empresa concede una ayuda para los que estamos tocados del alma y necesitamos psicoterapia. ¿Casualidad? ¿Coincidencia? Ya digo que para mí es otro mensaje de Dios. Y esta vez lo he pillado: Es tan buena la inversión, que ahí va mi aportación.

 

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