OPINIóN
Actualizado 25/01/2015
Fernando Saldaña

Entre risas y mejillones rebozados, vemos en la tele el circo que han montado los medios de comunicación a la salida de la prisión de Soto del Real, para obtener unas palabras de Bárcenas.

Nada. No hay nada. Ni carroña, ni desprecio, ni despecho.

Ni nos va, ni nos viene. No somos de andar dando pábulo a (presuntos) delincuentes que encubren a sus (presuntos) compinches. Sin embargo, tratamos de jugar a videntes y nos adentramos en los motivos que han llevado a la suelta de un gamberro, presunto dis-traidor de bienes ajenos, que podría aclarar muchos puntos sobre la financiación ilegal del partido que gobierna.

Los argumentos volaron por el bar, mientras Emilio rellenaba nuestros vasos de vino peleón. Uno se quedó en mi cabeza y ha anidado desde ese momento. Es el que indica que a los 24 meses Bárcenas habría de ser excarcelado igual, pues la legislación impide mantener más de dos años preso a alguien sin juicio.

¡Claro! De esperar, habría explotado todo en plena campaña electoral (o casi) y no interesaba. No interesaba nada de nada.

Éste era el momento, a distancia de las elecciones. Que dé tiempo a que la sombra de Bárcenas se haga achaparrada.

La salida de la cárcel es, al final, una maniobra más, una pieza en un puzle que se nos escapa y en el que no hay nada gratis: si sobran ni faltan teselas.

Yo me pido otro vino, me lo bebo y me marcho a casa. En el camino voy pensando ¡Qué asco! ¡Qué asco! ¡Qué asco!

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