OPINIóN
Actualizado 15/01/2015
Adolfo Prieto Palomares

A veces un silencio es más alentador que un grito de ánimo. A veces un silencio hace más valiente al que verdaderamente no lo es. A veces un silencio hace más daño que un insulto. A veces un silencio te hace sentir solo.

Hay cosas que no cambian. Todavía se siguen oyendo por los campos todo tipo de improperios a árbitros, jugadores contrarios o afición rival.  Solo practican esto unos pocos, pero sus gritos son los que  sobresalen ante el silencio del resto de los adultos que se encuentran presentes.

Unas veces por amistad, otras veces por el "como conmigo no va nada?", otras veces porque "como con el fútbol se pone así, pero luego es una bellísima persona", el caso es que seguimos aguantando fin de semana tras fin de semana a este tipo de personajillos, envalentonados cuando se amparan en el silencio de la masa y sin embargo y seguramente silenciados cuando no tienen donde parapetarse.

Es posible que si vieran que sus insultos no hacen gracia, si notaran que sus acciones sufren el rechazo unánime de los allí presentes, sus gritos se fueran apagando y difuminando hasta solo escuchar salir de su garganta únicamente verdaderos gritos de ánimo y de aliento.

Que EL SILENCIO DE LOS ADULTOS, se convierta en la voz que se alza contra este tipo de hechos y no en la aprobación de éstos.- 

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