OPINIóN
Actualizado 13/01/2015
Cipriano Pablos

Dijo Churchil un día, muy acertadamente, que fanático es aquel que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.  En la sociedad que nos toca vivir están cada día más patentes fanatismos de diverso pelaje, aderezados convenientemente con altas dosis de fobia, especie de la que también abundan no pocas variedades.

Siempre que se camina por los extremos se corre el riesgo, no solo de "pisar la linde", sino de rebasarla. Y por esos terrenos se está moviendo mucho "amparado por derechos" e ignorante absoluto de obligaciones. Y del fanatismo a la barbarie no hay más que un paso.

El fanático ? de lo que sea ? es ciego, no razona, no juzga por igual lo ajeno y lo propio, no repara en consecuencias, no le importa el daño que puede hacer. Es esencialmente un ignorante.

Salvando las distancias que sean de razón salvar, el fanatismo religioso de unos, el fanatismo político de otros y hasta el fanatismo deportivo de otros pocos, siempre trae consecuencias indeseables.  La libertad  de creer en un dios o en ninguno, el militar en la opción política que más convenza o  seguir al equipo que más agrade, nunca puede llegar a constituir un motivo suficiente para enfrentamientos violentos, hasta la propia muerte. El derecho a la vida es el primero de todos los derechos, innegable hasta para el ser humano más indeseable, más inhumano. Y cada vez con más frecuencia, cuanto más reclamamos derechos, más parece que se pisotean, en un erróneo ejercicio de la libertad y en un olvido flagrante de las numerosas e insoslayables obligaciones que también tenemos que cumplir.

Estamos construyendo una sociedad crispada, intolerante, iconoclasta hasta lo insoportable.

En nombre de la libertad de expresión cuántos rebasan a diario la linde. Y el deber de informar es deber dependiendo del tema objeto de ser informado. Y es deber en tanto en cuanto el presunto informado tenga derecho a conocer el tema en cuestión. Como ejemplo: El ciudadano tiene derecho a ser informado de la gestión que hacen nuestros representantes políticos con los dineros de todos. A eso tenemos derecho. ¿ Pero tenemos derecho a ser informados si el ministro tal o el diputado cual tiene un "lio"?  ¿ Alguien puede sentir como deber profesional informar de estos temas?  A esos que se ganan la vida ejerciendo de "viejas al visillo" y que son tan famosos o más que aquellos a los que desuellan, yo les manifiesto mi verdadero interés en conocer los pormenores e interioridades de sus vidas. Y que se lo tomen como un deber , que les será muy fácil cumplir exhaustivamente.

En nombre de la libertad y de todos los derechos que nos asisten, cumplamos con nuestras obligaciones, respetemos a los demás y hagamos una sociedad más humana y más justa.

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