En la plaza del Corrillo, en tiempos denominada Corrillo de la Yerba y donde ejerció Adares su original magisterio poético, se puede apreciar el desgaste del tiempo. Prácticamentente todas las columnas, desde las primeras junto a la Plaza y que fueron forradas con la piedra salida de las canteras de Villamayor en 1954, hasta las últimas que albergan en lo alto los signos de la semana, todas presentan serios defectos que nos hace temer por su estabilidad. Ahí tiene la Comisión de Patrimonio otro monumento que vigilar muy de cerca y el Ayuntamiento una nueva preocupación en la que pensar.