Llevo unos meses escuchando en los distintos medios de comunicación a alcaldables, alcaldablas y demás postores a designaciones electorales del próximo mayo, acudir a esa expresión hueca de manual "a disposición del partido" para asirse a la "fumata blanca" que suponga su inclusión en listas o en otros casos a encabezar papeleta electoral. Y tengo que decirles que me invade cierto desasosiego cuando la escucho.
Un desasosiego basado en la falta de realidad de la expresión que resuena como una frase hueca, como esa frase hecha de futbolista insustancial que se agarra al "fútbol es así" o al "en el fútbol no hay nada escrito". Cuando oigo a un político, prócer o aspirante, reconozco en esa disposición al grupo una parte de cautela, incertidumbre vital en su futuro político e incluso un deseo sordo, no expresado del que realmente querría decir : Me encantaría ir o encabezar tal o cual lista, pero no voy a decir nada no vaya a ser que me manden a la nevera... Hoy en día los partidos políticos esos a los que hace referencia la frasecita, y antes también, en materia decisoria no son nada más que quien tiene la cuota de poder territorial para decir quien aspira a tal o cual puesto, cuando y de qué manera.
A punto de comenzar a conocer oficialmente los cabezas de cartel, en estos días impera la cautela, el "catenaccio" de gestión y las manifestaciones medidas, con el único objetivo de no cometer errores, deslices que detraigan papeletas de las urnas o hagan bajar puestos en el ranking. Además parte de los que ya están intentarán incrementar su complacencia al líder para que este les tenga en la estima necesaria que les brinde una posición, con "vistas al mar", lo suficientemente tranquila para mantener su status otros cuatro años más.
Soy de los que opinan que la ambición en el amplio sentido de la palabra, e incluso en el político, es buena, necesaria y a veces hasta recomendable, y no expresa más que un deseo legítimo y profundamente humano. La diferencia está en la forma de ejecutarla y el "a disposición del partido" expresa esa ambición encubierta, prohibida y no manifestada de quien se parapeta en la legalidad orgánica que poco tiene que ver con la realidad efectiva. Creo que en nuestra democracia necesitamos un poco más de verdad, de sinceridad y de humanismo, en el sentido amplio de la palabra, así que nunca es tarde si la dicha es buena y que los partidos dispongan?