Este año he dejado parte de las vacaciones de verano para el invierno. El verano se portó muy bien y fue más fresco de lo habitual para favorecer mis jornadas de trabajo. El inverno está siendo igual de bondadoso regalándome un sol primaveral en mi extraño asueto post navideño. Eso en lo que al tiempo se refiere.
Pensaba en escribir algunas cositas que tengo pendientes. O al menos en insistir sobre algunas historias que cada día me recuerdan el compromiso que adquirí con ellas desde una ficha de cartón que dejé sobre la mesita de la entrada. Y ahí siguen los nombres de esas personas, sin borrarse, bajo las llaves y los llaveros que cojo y dejo cada vez que abro y cierro la puerta de casa. Pero tampoco.
Pensaba que ordenaría las fotos y seleccionaría algunas de ellas para pasarlas a papel con el fin de actualizar las imágenes que iluminan mi hogar. Que pondría, al menos, alguna foto de mi hija pequeña antes de que cumpla los tres años. Ni por esas.
Tan es así ?que bonita expresión- que ni siquiera me he enterado bien de los despidos, el juicio, las readmisiones, la recolocación en Canarias y la no incorporación de los casi 300 trabajadores de Coca Cola que echaron en Fuenlabrada poco antes de que la principal accionista de la embotelladora en España aumentara su patrimonio en un veinte por ciento.
Y mañana vuelvo a trabajar. Estoy deseando. Más que nada, por descansar.