OPINIóN
Actualizado 10/01/2015
Asprodes

Los "ismos" religiosos llevan su fe más allá de lo requerido por la doctrina que defienden, establecida por el Dios correspondiente al que pretenden seguir, aunque sea por caminos que nunca les llevarán a Él.

En el grupo de "ismos" religiosos se incluye el extremismo, sectarismo, integrismo y fundamentalismo que practican los creyentes de cualquier religión, cuando llevan su fe más allá de lo requerido por la doctrina que defienden, establecida por el Dios correspondiente al que pretenden seguir, aunque sea por caminos que nunca les llevarán a Él.

No es fácil poner tales "ismos" en su sitio, sean de la cultura religiosa que sean y se encuentren en las coordenadas geográficas que se encuentren, por mucho que la democracia se empeñe en iluminarlos con urnas, cuando la única curación de los radicalismos pasa por inocular en el cerebro de los fanáticos grandes dosis de cultura, hasta inundarles la cisura de Rolando.

Apremia un acuerdo entre los pontífices de cada religión para condenar tanto engaño. Los obispos,  rabinos, pastores, imanes y venerables maestros, han de llegar a un punto de encuentro sobre los valores éticos comunes a todas las doctrinas, que permitan a cada cual seguir siendo lo que es, sin tener que llegar a las manos para resolver los conflictos que fabrican quienes intentan dominar nuestros pensamientos y creencias.

Algo que parecía sin futuro en las sociedades democráticas, ha cobrado en los últimos tiempos una notoriedad preocupante, traducida en términos de violencia que podemos calificar como peligrosa. Y no vale hacer distinciones, porque igual de inquietante resulta el fundamentalismo cristiano, el fanatismo islámico, el integrismo judío, el hinduismo radical o el budismo exaltado, ya que todo exceso en este ámbito genera desasosiego en el ciudadano neutral y crispación en los de signo opuesto.

Si no fuera posible el adoctrinamiento pacifista, cambiemos los versículos y azoras del Tanaj, Biblia y Corán, por artículos legales universales, más allá de dioses, profetas y santos, imponiendo una ética popular a golpes de cultura, pues los libros sagrados no han conseguido a lo largo de la historia imponer la moral que necesitamos para vivir juntos en paz compartiendo la Tierra que habitamos.

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