Bajo el título 'Nos queda la palabra', la secretaria provincial de Podemos arremete contra los fundamentalismos y se opone a la reforma del Código Penal que "criminaliza la pobreza, la solidaridad y hace un uso partidista de la justicia tratando de sofoca
Aún asentados en la consternación por el atentado terrorista contra la revista francesa Charlie Hebdo que ha devuelto a la portada de los diarios la imagen de la crueldad y el dolor que producen los fundamentalismos, en diferentes espacios políticos y mediáticos toma protagonismo la defensa de la libertad de expresión.
Sin embargo, esta misma defensa de un derecho fundamental para poder hablar con seriedad de democracia no se aplica a las restricciones en las libertades que actualmente está viviendo España y que no tienen precedentes en toda la etapa democrática.
El Gobierno del Partido Popular quiere aprobar este 20 de enero la Reforma del Código Penal más restrictiva y represiva que haya conocido nuestro país tras la dictadura fascista. No sólo recorta derechos y libertades básicos, sino que criminaliza la pobreza, la solidaridad y hace un uso partidista de la justicia tratando de sofocar la protesta social.
La Reforma del Código Penal pretende infundir el miedo y silenciar el dolor organizado de la ciudadanía que dice basta a una política de recortes inhumana que ha precarizado nuestras vidas. Pretende, ante el uso de la desobediencia civil, la resistencia pacífica o la simple difusión de mensajes en redes sociales animando a la manifestación, sofocar a través de una estrategia de criminalización y multa fácil la defensa a ultranza de nuestros derechos.
Plataformas como No Somos Delito o la Asociación Jueces para la Democracia ya han alzado la voz denunciando que nos encontramos ante una mutilación sin precedentes de los derechos de manifestación, reunión, libertad de expresión, información, libertad personal y derecho a huelga.
Todo ello nos lleva a replantearnos el inmenso poder que siguen teniendo nuestras palabras como ciudadan@s. La gran Malala Yousafzai, víctima también del fundamentalismo más extremo nos lo recordaba: "un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo". Por todo, hoy más que nunca, frente a quienes quieran silenciar o apropiarse de nuestra voz, como decía Blas de Otero, tendremos que seguir juntos y de pie, porque "nos queda la palabra".