Este año las penas de enero serán menos penas y las rebajas más chollo que nunca. Lo ha dicho el Gobierno y, por tanto, tiene que ser verdad... porque es año electoral y todo es posible. De hecho, la salvación de la crisis iba a ser la creación de tres millones de puestos de trabajo en 4 años y a falta de menos de un año para terminar la legislatura el Ejecutivo anuncia que a partir de ahora se crearán 800.000...
La memoria es muy selectiva y, a pesar del retroceso sufrido en todos los ámbitos, con el litro de gasolina más barato que un café, con bajada del gas, del euribor y del IVA en algunos productos, y sin subida de la electricidad, que es mucho decir y aunque a lo largo del año nos peguen de nuevo el atraco, quién puede asegurar que las cosas no van bien.
Nos van a llover las ofertas de bienestar por todos los lados, ya que los comicios son municipales, autonómicos y también a nivel nacional. El único consuelo de la crisis es que nos va a dejar algo más de sensatez, especialmente en los políticos, así que, aunque no haya proyectos faraónicos y siga habiendo corrupción, las obras públicas y las inversiones se van a acelerar. Es, por tanto, el momento de exigir compromisos, pedir ayudas, subvenciones, becas,... porque es ahora o quién sabe cuándo.
Sin embargo, la realidad no es tan idílica por mucho que los balances y los últimos datos pretendan venderla así. Los brotes verdes no han llegado aún a las macetas de las casas y sólo las cifras macroeconómicas apuntan al final del túnel. Es tanto lo que hemos perdido en el camino que decir que las cosas van bien sólo es admisible en comparación a lo que hemos pasado, pero nunca teniendo en cuenta de dónde veníamos.
Por lo demás, es cierto que la alegría poco a poco se nota en las calles y que el consumo, aunque sea por puro marketing, va a más cada día. Es decir, que no estamos mejor, pero asumimos que toca saber vivir así y empezamos a ponerlo en práctica.