OPINIóN
Actualizado 03/01/2015
César Gómez-Barthe Celada

En España la tradición siempre ha sido y es que el día 6 de enero, Epifanía del Señor, sus Majestades los Reyes Magos de Oriente repartan sus regalos, simbolizando el oro, incienso y mirra que llevaron al portal de Belén. 

 
El oro lo recibe el Niño Jesús como un símbolo de su realeza; Jesucristo fue llamado Rey de los Judíos. Incienso lo recibe como Dios; es el aroma propio de las ofrendas a la Divinidad.  Y mirra es un ungüento, para que el cuerpo huela bien, mostrándose así su naturaleza humana. 
 
No tiene sentido importar tradiciones de otros países, cuando t
enemos las nuestras desde hace siglos. La propia Cabalgata de los Reyes Magos siempre ha llenado las calles de las ciudades de alegría navideña, en especial entre los más pequeños, causando admiración entre los extranjeros que nos visitan. Todos nos hemos ilusionado con la llegada de los Reyes; es en esa noche mágica, cuando la ilusión se transmite de generación en generación. 
 
Melchor, Gaspar y Baltasar son personajes que aparecen en el Evangelio; a diferencia de otras figuras navideñas que traen regalos, pero no salen reflejadas en la Biblia. 
 
Además, si lo examinamos detenidamente y con buen sentido del humor, los tres Reyes Magos fueron ejemplo de cooperación internacional, antes que las Naciones Unidas o la Alianza de Civilizaciones. Un ejemplo de diversidad cultural y colaboración transfronteriza. 
 
Por lo tanto, no debemos desprendernos de estas costumbres, porque son nuestras raíces y forman parte de la base de nuestra cultura cristiana.
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